El valle de las cerezas


Al norte existía un valle que con los primeros llantos de la primavera se pintaba del blanco inmaculado de las flores de los cerezos. Sara huyó de allí mucho antes de que el invierno diera su último suspiro y no regresó jamás. Entonces yo no era más que un chiquillo de apenas trece años. Recuerdo el rostro de Sara pegado a la ventanilla del autobús. Sus labios rosas esbozaron la sonrisa de siempre, pero sus ojos se nublaron con una tempestad de lágrimas. Los dedos, contra el vidrio frío, parecían aferrarse al instante que se evaporaba sin remedio. El vehículo puso rumbo a un lugar entonces tan lejano que parecía no existir más que en los libros de texto. Me quedé más de una hora clavado en mitad de la plaza desierta, aterido y con la pena atada a mi garganta.
Durante diez años leí libros de poesía y un buen día me fui a buscarla. No tuve dificultad en dar con ella. Acudí a una inmensa librería donde firmaba ejemplares de su última novela a cientos de lectores. Cuando estuvimos frente a frente, me identifiqué. Salí de allí con su libro, una dedicatoria estándar y el verdadero sabor de la vida en la boca.

Víctor Manuel Jiménez Andrada
(publicado en Letras Breves n. 3 abril/junio 2011)

Ilustración: Caen cerezas. Yolanda Siatova

El fantasma


El día que colgó los hábitos, por obligación que no por deseo, un fantasma terrible se hospedó en su mente y comenzó a beber su esencia. Perdió el apetito por todo aquello que siempre le había gustado. Cambió lo más sabroso por lo ligero e insípido, lo culto por lo banal, la sabiduría por la torpeza y la salud por la enfermedad.
Su carácter se agrió y su voz, pausada y dulce, se volvió seca. Las raras veces que iniciaba conversación, lo hacía con palabras envenenadas. Rechazó las manos y, con arrogancia, se refugió en las sombras desvaídas del pasado. Jamás pensó que necesitaba ayuda y cualquier muestra de cariño se le antojaba un gesto de misericordia inaceptable.
Huía de los rayos del sol, también de la luz de la luna en la noche. Odiaba las madrugadas y todo lo que oliera a nuevo. No soportaba el presente y esperaba los días venideros como el que, irremediablemente, aguarda la condena. Dormitaba durante horas, sumergido en un letargo en el que pretendía sedar el alma.
El fantasma, cruel y metódico, no tardó mucho en devorarlo. Pronto quedó arrugado, como una uva pasa de piel áspera. Su cuerpo se encorvó y su existencia se limitó a lo puramente biológico, sin más anhelo que la muerte.

Víctor Manuel Jiménez Andrada
(publicado en Letras Breves n. 3 abril/junio 2011)

Ilustración: El abrazo fantasma. Julio César Rodríguez Aguilar

Presentación en Santa Ana de Dana o la luz detenida



El próximo día 22 de julio en Santa Ana (Cáceres) presentamos "Dana o la luz detenida" de José Cercas. Será el primer libro de la colección Me pirra, de Rumorvisual.

Nos gustaría contar contigo para este estreno en el que intervendremos:
Santiago Tobar (poeta), Víctor M. Jiménez (poeta), Mario Jiménez (poeta), Vicente Rodríguez (poeta), Manuel Cobos (cantautor), Alonso Torres (tenor), Estela (cantante) y Rafa Fleita (cantautor).

Polideportivo de Santa Ana (Cáceres)
Hora: 22:30 horas
fecha: 22 de julio de 2011, viernes.

La bella libélula


La libélula paseaba por la charca, a ras del agua, luciendo sus colores brillantes. Presumía de ser la más bella de los insectos. Lo cierto es que llamaba la atención de todos. También del viejo sapo, en cuyas fauces terminaron sus días.


Víctor Manuel Jiménez Andrada
(publicado en Avuelapluma 6/6/2011)

Ilustración: Libélula. María del Carmen Castro Leiva

El polvo del camino


El polvo del camino
araña los ojos
y ahoga la garganta,
pero es esencia.

Las partículas
portan minúsculas letras
grabadas con la médula
de antiguos caminantes
y ocultan su magia
a los bloques de cemento
que van ciegos y sordos
hacia el despeñadero.


Víctor Manuel Jiménez Andrada
(publicado en Letras Breves n.3 abr/jun-2011)

Ilustración: Camino. Miguel Ángel Luque España

La película de tu vida


La vida es como una película por la que transcurren numerosos personajes. Pero la VIDA —conglomerado de vidas e inmensa película— se rueda desde un montón de cámaras, tantas como seres humanos existen. Cada individuo tiene una apreciación personal, única e intransferible de su entorno. Pongamos un ejemplo: en mi vida hay personajes principales y secundarios, que se corresponden, respectivamente, con las personas más cercanas e influyentes y con aquellas, que si bien están más alejadas, también tienen cierta importancia. Luego, como en toda buena película que se precie, están los extras, que pasan sin mucha pena ni gloria, sin aportar casi nada, como estrellas fugaces, que sin embargo son necesarias aunque sea para adornar, para dar colorido. Yo también soy un personaje en la película de la vida de otras personas. En algunas ocasiones soy un personaje principal, de los relevantes, en otras soy un personaje secundario y en otras no soy más que un extra con el que perder poco tiempo. Esta reflexión me ha servido para valorar, y de alguna forma ponderar, la complejidad de las relaciones humanas. Por algo el cine está considerado el séptimo arte.


Víctor Manuel Jiménez Andrada
(publicado en digitalextremadura.com 2/5/2011)

Ilustración: Amor Groumet. Sabrina La Grulla

Sonidos fantasmas


Oyó con toda claridad el sonido mecánico de una máquina de escribir. Eran las dos de la madrugada y aquel ruido en una oficina plagada de ordenadores no era lógico. Dejó la ronda, asustado, y se fue a buscar refuerzos. Cuando llegó la policía, encontraron al director general poniendo a punto, en un arranque de nostalgia, la vieja Hispano-Olivetti de su abuelo.


Víctor Manuel Jiménez Andrada
(publicado en Avuelapluma 23/5/2011)

Ilustración: Tipos. Fernando Piñeyro