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Mostrando entradas de enero, 2015

El corazón del trapecio

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La angustia se palpa en unos ojos que siguen hipnotizados el vaivén del trapecio. ¡Redoble de tambor! ¡Más difícil todavía! ¡Doble salto mortal! Ángeles ingrávidos cruzan un firmamento de cables, lona y estrellas pintadas a brochazos. ¡Redoble de tambor! El corazón tiembla en la garganta durante un páramo de segundos. Estética de músculos perfectos atravesados por haces de miradas morbosas que anhelan el error como parte del espectáculo       ¡Triple mortal! Para inflamar el aire de alabanzas.    

031-Cosas que llevo en el bolsillo

No me avergüenza abrir el libro, pero dime: ¿Qué adelantas leyendo sus páginas? Créeme: te sorprendería saber que no hay lugar para la sorpresa.

La orquesta

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Cada momento su banda sonora. Alternar la alegría con el redoble de tambor y provocar que los dientes devoren uñas es oficio de maestros. Desde su rincón sombrío las notas visten           —como modistillas generosas— la gloria de los artistas. A veces la ausencia no se tiñe de silencio y la trompeta llora en las manos del payaso triste.     

030-Cosas que llevo en el bolsillo

Tanto chupamos de la ubre que no nos han salido los dientes. Con las encías despobladas no podemos rebañar los huesos que sobraron del festín. Al menos aprendí a tragar gusanos para no morir de hambre.

Equilibrio

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Alcanzo con la punta de los dedos un suspiro de la luna y desde allí me cuelgo del alambre del funámbulo.   Los pájaros que se han colado bajo la lona que alberga las fieras me esquivan en disonante estampida, chocan unos con otros y caen:            fardos de carne muerta para festejo de fauces.    El equilibrio requiere concentración y ni aves desquiciadas ni manos fabricando sombras chinas empañan los ojos del artista que sabe lo que es palpitar sobre la cuerda floja.