Poema bobo

Si tuviera unos años menos
y la mirada taciturna,
sonrisa de canalla
y perfil griego;
cuerpo de azúcar
y voz melosa
como susurro en un orgamo,
si escribiera chorradas
de adolescentes con recalentón
y me inventara historias
de algún amor maldito,
mis poemas serían
las palabras de un dios.
Pagarían por verme
vendería miles de libros
y me regalarían bragas
y flores cada noche.
Mis vídeos en youtube
cotizarían en la Bolsa
y tendría postrado
a todo el Parnaso a mis pies.

Pero seamos realistas:
Yo no soy poeta-objeto
tipo muñeco de sex-shop.

Y así me va.

Especuladores

El pasaporte hacia la gallina de los huevos de oro es un puñado miserable de habichuelas que hay que comprarle al traficante de sueños en el paso de la frontera.

El expolio alcanza al horno donde se cuece el pan cuando las cosechas prometen máximo rendimiento con mínima inversión.

Queda huir entonces, con patas de gacela, del canto hueco de los predicadores y de los rótulos luminosos que ofertan castillos en el aire.

66-Cosas que llevo en el bolsillo

Tiendo la mano
a las fauces del pitbull
que ladra mi nombre
cada vez que me huele.

Aunque la palabra enemigo
es absurda
cuando viajamos
en el mismo tren,
temo que mi gesto
sea un saco de huesos
en mitad de la jauría.

Espirales

¿Te imaginas que pudiéramos recorrer el interior de un caparazón de caracol?
Daríamos vueltas y vueltas en una espiral.

Sería divertido jugar a no tocar las paredes mientras nos perseguimos y recitar poemas a gritos para que el eco nos acariciara.

Estaría bien para guardarse de este invierno tan frío que ya canta su preludio con guirnaldas de hielo.

¡NO! 

Ningún gasterópodo merece el destierro de su hogar.

Ecosistema mínimo (XVII)

Cuando regresemos volarás libre, te alejarás tanto que la osamenta del recuerdo se confundirá con las raices centenarias. Sin embargo, quedarás atrapada para siempre en la melancolía de un verso que aún no he tenido el valor de escribir.