Me han mandado a la mierda en menos ocasiones de las que hubiera deseado. Pasé de adolescente, balbuceante e imberbe, a adulto titubeante que no se comía una mierda. Pero ya no me quedo con las ganas de intentar lo que sea sin red que pare la caída. Ahora con la edad, la cara dura y los espolones me importa una mierda que me manden a la mierda.