83- Cosas que llevo en el bolsillo

No disfrutar del viaje
es la condena del que piensa
que todos los caminos
son equivocados.


La felicidad no es un punto
inalcanzable en el horizonte,
sino el polvo que acumulan
los zapatos viejos.

Límites

Hace abriles no creía en las fronteras.

¡Ciudadano del mundo! (me decía con la ingenuidad de las corolas).

Hoy tengo un rotulador negro (de punta gruesa) para señalar bien los límites sobre el papel.

A veces me mancho los dedos de tinta (daños colaterales).

Dicen que mostrar los mapas a quienes desconocen la tierra que pisan no es desafiar al metal de las espadas.

82- Cosas que llevo en el bolsillo

Con una sonrisa amable,
y mirando a los ojos,
he aprendido a vender
la falsa honestidad
de las manzanas podridas.


En cien años
nadie recordará esta mácula.

El oficio de pastelero

El pastelero del crepúsculo caza ángeles extraviados para arrancarles mechones y cocerlos con azúcar.

Su especialidad es el dulce de hojaldre aderezado con tatuajes de anhelos, vueltas de hojas y tuercas de relojes.

En la calle se extiende, como una masa aplastada por el rodillo implacable, el aroma delicioso del obrador.

Es fácil caer en las tentaciones cuando se adornan de crema, chocolate, cerezas confitadas y señales de prohibido el paso.