Vicios en los que uno cae

Me fumé tus besos en dos caladas y entonces me enganché a ese humo del que no puedo prescindir.
  
Antes de aquello, cuando jugábamos cada tarde de verano a verdad, beso o atrevimiento, siempre me veía obligado a confesar, con las mejillas encendidas, amores no correspondidos. Muy pocas veces me tocaba atrevimiento porque los atrevidos eran otros. De los besos que no di mejor ni hablamos. Eran malos tiempos para mis labios, que se consolaban con una almohada empapada en lágrimas y en el sudor frío de las pesadillas.

Eso fue antes de fumarme tus besos en dos caladas.
 
Ahora, enredado en el humo perenne, vuelvo a la soledad de mi cama -aunque alguien diferente duerma a mi lado cada noche- y a una almohada,réplica de aquella, en la que verter la nostalgia a la que me condenaste con tu último NO.

Hábitar artificial

El mono del zoo se pudre cuando lo bañan las risas de los niños, el canto de los pájaros silvestres y la burla del espejo.

Observa, con tristeza, las copas de los árboles que crecen más allá de los barrotes, como promesas de una Ítaca inalcanzable.

Los cacahuetes no son consuelo para el habitante de un espacio infame que aspira a jungla y solo es parodia.

Cuando la balanza se equilibra, el término medio es inalcanzable desde los extremos.

Ahí está el error.