Las canicas
Las canicas rodando por el suelo rompen el silencio de la hora de la siesta y los nervios del vecino de abajo.
Es algo que ocurre, como un accidente inevitable, en el cogollo de las tardes de verano.
No hay mano que abarque tantas esferitas de cristal, ni pecho que resista la inocencia.
Es algo que ocurre, como un accidente inevitable, en el cogollo de las tardes de verano.
No hay mano que abarque tantas esferitas de cristal, ni pecho que resista la inocencia.
92- Cosas que llevo en el bolsillo
Puedes ignorarme,
incluso odiarme
pero no puedes impedir que tu imagen
presida el altar de mis vicios
más inconfesables.
incluso odiarme
pero no puedes impedir que tu imagen
presida el altar de mis vicios
más inconfesables.
Desconocimiento
Yo no sabía
que un molinillo de papel,
si está bien afilado, es mortal
para un corazón
tallado en piedra;
y tampoco sabía
que grapando las lágrimas
aflora un océano.
que un molinillo de papel,
si está bien afilado, es mortal
para un corazón
tallado en piedra;
y tampoco sabía
que grapando las lágrimas
aflora un océano.
91- Cosas que llevo en el bolsillo
En ocasiones me zarandeo
para sacudirme la herrumbre
que se me incrusta
en las intenciones del reloj.
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