Por desgracia, en cualquier rincón de este mundo “civilizado” en el que vivimos, somos testigos de manifestaciones violentas contra aquellas personas que quieren, libre y pacíficamente, expresar su tendencia sexual. El otro día, en Belgrado, los medios de comunicación se hicieron eco de una muestra más de este rechazo a los derechos de un colectivo que ha sido duramente castigado y reprimido a lo largo de la historia. Recordemos que hay países donde aún se trata la homosexualidad como una enfermedad y otros donde está penada con la prisión o con la muerte. También en España, a pesar de los avances de los últimos años, hay sentimientos homófobos por una parte —espero que cada vez más irrelevante— de la sociedad. El odio hacia una persona por su tendencia sexual no tiene ningún fundamento lógico en el que basarse y entiendo que nadie se puede sentir amenazado porque un grupo quiera reivindicar ante los demás su condición. No llego a comprender cómo puede surgir una oposición tan salvaje,...