Me divierto con un gesto, que interpreto sin pudor, para descargar los hombros del pelaje gris que tantas veces me han puesto encima. Así intento demostrar que el lobo también es cordero y viceversa.
El día que sonreíste ante mi desgracia, te dije que estábamos más conectados de lo que pensabas. Hoy lloras por tus penas, por las mías y por la ignorancia que te cegó.
Sobre el cristal frío, la vida marca su aura para demostrar su presencia y diferenciarse de lo inerte. Las palabras tienen también un aura similar dentro de un verso, aunque no todos pueden percibirla.