El estadio se venía abajo. El gol, a un minuto del final del partido, lo hacía campeón del mundo. Un disparo le arrancó del sueño y le hundió en el sueño eterno. La pelota, en un golpe de mala fortuna, llegó al puesto de guardia. El soldado respondió con contundencia.
Víctor Manuel Jiménez Andrada
1 comentario:
Buen micro. ¿Va para el concurso del Escritor Errante?
Suerte si es así.
Un saludo indio
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