
El odio hacia una persona por su tendencia sexual no tiene ningún fundamento lógico en el que basarse y entiendo que nadie se puede sentir amenazado porque un grupo quiera reivindicar ante los demás su condición. No llego a comprender cómo puede surgir una oposición tan salvaje, simplemente porque no se comparta la misma forma de vivir y de pensar: en Belgrado hay 102 policías heridos y cuantiosos daños materiales en las revueltas que se han originado como consecuencia de las protestas de un grupo de exaltados contra una marcha del colectivo gay.
Lo grave del tema es que el grupo de homófobos estaba compuesto, en su mayoría, por jóvenes. En ellos parece que los sectores ultra radicales encuentran el caldo de cultivo necesario para fomentar estas prácticas irracionales y violentas. El hecho indica, desafortunadamente, una importante carencia en la educación de los valores básicos y fundamentales.
Es mi deseo —y el de mucha gente— que casos como el de Belgrado no vuelvan a repetirse y entre todos seamos capaces de construir una sociedad en la que la tolerancia y el respeto hacia los demás sea la norma fundamental de convivencia.
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