Verdad, beso o atrevimiento


Hubo un tiempo en el que a lo máximo que aspiraba era a rozar sus labios en una de las pruebas de “verdad, beso o atrevimiento”, juego favorito de nuestra adolescencia, recién estrenada, en los extensos atardeceres del verano en el barrio que me vio crecer. Entre un coro de risas nerviosas, confesiones a medias y susurros se sucedían aquellos instantes felices. Luego, cuando endurecimos los espolones, la vida nos separó y nunca más volvimos a compartir momentos así, ni de ningún otro tipo. Sencillamente, cada cual siguió su camino por la inercia propia del destino. Esto mismo se ha repetido muchas veces a lo largo de mi vida. No son pocas las personas que han quedado varadas en la playa de los días pretéritos y que, definitivamente, no forman parte del ahora, a pesar de que un eco, a veces lejano, venga a recordarme los nombres y los rostros. Tal vez, lo acertado sería hacer balance, cada primero de año, y preparar una lista con quienes hemos olvidado en algún rincón del calendario, porque quizás sea el mejor momento de retomar aquello que una vez fue, aunque la verdad sea dolorosa, el beso de cortesía y el atrevimiento consista en proponer un segundo encuentro.

Víctor Manuel Jiménez Andrada
Publicado en digitalextremadura.com (4/enero/2011)

Ilustración: Tarde soleada
Silvia Palacios Montaña

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