Nadando entre tiburones

Nos piden más sacrificios. Nos exigen que nos apretemos el cinturón, que hagamos más por menos y que renunciemos a los derechos adquiridos tras mucha sangre derramada y largos años de lucha. Nos hacen culpables de sus culpas. Sin embargo, en ellos no vemos respuesta, ningún gesto que nos anime, nada. Los ladrones y estafadores siguen haciendo de las suyas protegidos por el sistema. La justicia mira para otro lado y algunos que dicen representarla, también se llevan su buena parte del pastel. Se ataca al débil y el poderoso queda indemne. El aire huele a veces a otras épocas que creíamos superadas.

Nos toca pagar la factura de lo que otros han roto. Del despilfarro no se ha beneficiado el pueblo, nos han engañado y solo unos pocos bolsillos han tenido buena cosecha. Los demás hemos vivido en un espejismo, embobados por el brillo falso y efímero de los fuegos artificiales, persuadidos por palabras dulces que pronunciaban lenguas bífidas. Ahora los ricos son más ricos, los pobres más pobres y la clase media está agonizando.
Ha quedado demostrado que no funcionan las medidas tomadas, que a lo único que nos llevan los despropósitos del gobierno es a la más absoluta ruina y a hipotecar nuestro futuro y el de nuestros hijos. Encima se rien de nosotros y de los harapos que nos visten. No nos respetan y nos insultan desde las tribunas a las que han llegado gracias al pueblo. Los ciudadanos somos trozos de carne flotando en un mar turbio que está infestado de tiburones. Nadie nos explica de qué va esto y los que debían protegernos nos ponen el pie en el cuello para hundirnos más.
Ya hemos soportado bastante. Es el momento de salir a la calle, de gritar, de llamarles a la cara lo que son y de exigirles responsabilidades.
 
Víctor M. Jiménez Andrada.
Publicado en Cáceres en tu mano 17/6/2012

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