Publicidad engañosa

   La megafonía lo anunciaba como algo nunca visto. Unos enormes carteles pintados mostraban fabulosas escenas de lo que supuestamente acontecía en el interior de la caseta. Compró la entrada y atravesó la tupida cortina hecho un manojo de nervios. Allí no había más que media docena de animales famélicos, apestosos y adormilados en el interior de jaulas infames. Fue una de las primeras decepciones de su vida.
 
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en AVP 25/6/2012

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