El tren

Nunca supo si aquel tren era el primero de la mañana o el último de la noche. Según la época del año, a esa misma hora podía brillar el sol o reinar la más absoluta oscuridad. Pero él seguía su costumbre invariablemente, aunque ahora, con los pies lastrados por los años, le costaba más trabajo apearse y subir en cada estación.
  


Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en AVP 11/sep/2012

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