Cosas que he soportado y que ya no soporto

Me asquean los que van por la vida con la falsa modestia por bandera. A estos personajes se les ve llegar a la legua, con el rostro compungido y el paso lento, como si estuvieran caminando sobre un lodazal, mendigando caricias en el lomo por cualquier mano que se preste a ello.

En el otro extremo están los que piensan que son el ombligo del mundo, aquellos que creen que como lo suyo no hay nada, que se alimentan de criticar constantemente lo que los demás hacen, porque no hay quien les quite de la cabeza que son los únicos que están en posesión de la verdad. No hay forma de que vean su reflejo en los espejos que, con buena voluntad y pocos resultados, alguno intenta ponerles delante de las narices.

Finalmente, están los más peligrosos de todos: los que por un lado van dando lástima y por el otro pretenden imponer sus palabras como si fuera ley.

Una vez conocí a un tipo de estos y tenía las peores cualidades de cada extremo. No tengo que decir que, después de jugar con mi paciencia hasta el agotamiento, las cosas no terminaron demasiado bien.
 
Ahora estoy en un momento en el que paso de las lágrimas de cocodrilo y también de las doctrinas de ignorantes marisabidillas.
  
  

Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Cáceres en tu Mano, 6/mar/2013
Fuente imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

1 comentario:

Alfonso Carabias dijo...

Buena reflexión cuñao. Para estos casos creo que se suele decir en el término medio esta la virtud, aunque, ¿quién cuantificador esa medida?

Un saludo.