Una gota, otra gota, otra gota.
Lo peor sucede cuando se apaga la
luz
y quedan los quejidos ciegos y el
olor intenso
de los fluidos mezclado con la
lejía.
Una gota, otra gota, otra gota.
Los calmantes no alivian el
desconsuelo
ni cierran los párpados de los
peces
atrapados en burbujas de cristal.
Una gota, otra gota, otra gota.
Las horas, fabricadas en serie,
se extienden con exasperante
parsimonia
por los pasillos desiertos.
Una gota, otra gota, otra gota.
El taconeo de unos pasos firmes
rompe, de vez en cuando, la
espesa atmósfera
de los últimos alientos.
Una gota.
Se acaba el líquido que absorben
los gusanos castigados y sedientos,
por dos minutos y después
una gota, otra gota, otra gota.
Víctor M. Jiménez Andrada
de "Versos del insomnio", Letras Cascabeleras, 2012
Fuente imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/
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