Alcanzo con la punta de los dedos un suspiro de la luna
y desde allí me cuelgo del alambre del funámbulo.
Los pájaros que se han colado bajo la lona que alberga las fieras
me esquivan en disonante estampida, chocan unos con otros y caen:
fardos de carne muerta para festejo de fauces.
ni manos fabricando sombras chinas empañan los ojos del artista
que sabe lo que es palpitar sobre la cuerda floja.
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