La belleza viene a enhebrar la aguja con la que se cosen mis sueños.
Solo tu nombre escrito sobre la arena es suficiente para levantar la
tempestad que me envuelve. Abro los ojos. No es un retorno, porque en
realidad nunca me he marchado de aquí. Sobre una piedra oteas el
horizonte azul. Sonríes y sonrío. Aunque el regalo no va dirigido a
mí, me lo apropio. Nada me da más placer que robarte gestos sin que
tú lo sepas.
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