La ratita presumida

Muestra un lazo de papel
atado a la cola
y veinte pares de ojos lamen
la estela virgen de su piel.

Se deja acariciar
por la sonrisa afilada
de un gato perverso,
mientras contempla a cien elefantes
sobre la tela de una araña.

Las promesas se precipitan
al balde de aguas fecales
cuando la música
de las monedas
taladra el momento de duda
y la arrastra al sol que más alumbra.

Antes de que la noche reine
le arrancarán el lacito,
se comerán sus sueños de almíbar
y será otra muerta
que vivirá en las esquinas.

Ecosistema mínimo (XVI)

Tanto tiempo sin ese trémulo aleteo que ahora me araña. Has tenido que ser tú la que me resucite del letargo de años. Ha tenido que ser en este lugar tan apartado del hormigón que conmueve. Conozco la palabra exacta, pero callaré para conservar mi naturaleza de sombra.