No es tiempo de perdices

A veces los labios tiemblan en la liturgia de pronunciar silencios.

Un cesto lleno de alas cortadas presagia el banquete del cerdo, mientras la televisión emite cartas de ajuste para encefalogramas planos.

NADA es el conjunto vacío o tan solo un disfraz, depende de la perspectiva.

Manejamos un concepto demasiado poético y peligroso para el capataz de los herreros.

Mis labios tiritan también (de rabia) para que mis dedos no muerdan.

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