Otro alijo que no llega al mercado


Han interceptado otro alijo de sueños en la aduana. El camello que lo llevaba oculto en sus intestinos no pudo evitar una mueca burlona al ver la cara avinagrada de los policías.

Escasean los profesionales del trapicheo en el bulevar donde habitan los versos que inflaban las velas. No es oficio bien pagado.


Las autoridades rellenan cohetes con la mercancía decomisada.

En los días de fiesta, el colorido de los fuegos artificiales moldea la sonrisa de esos idiotas que al hecho de respirar lo llaman vida.

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