Una mancha de chocolate

Todos sabían de su disciplina, seriedad y orden. Reflexionaba cada una de sus decisiones en la vida privada y en la profesional. Un buen día, al tomar una taza de chocolate caliente, se abrasó la lengua y se manchó la camisa. Desde entonces, ya no es el mismo.

Víctor Manuel Jiménez Andrada

1 comentario:

Héctor Ugalde dijo...

Subestimamos el poder del chocolate. Y cuando abrasa y mancha, quedamos abrasados y manchados de por vida.
¡mUCHos salUCHos de UCH! :]