Aquellos días perdidos


Aún conservo en el corazón aquel beso de presentación con el que Inma rozó mis mejillas casi infantiles. Tenía el cabello largo, rubio y ligeramente rizado. Era delgada, espigadilla y algo más alta que yo. Me atrapó al instante en su mirada color de miel. Poseía una voz tierna y acaramelada de niña. Aquella noche de septiembre Inma estaba sudando ligeramente, como lo estábamos todos, y la leve humedad de su rostro al contacto con el mío despertó algo que estaba dormido en algún escondido rincón de mi interior. Solo pude balbucear un tímido y ahogado "hola" que no escuchó ni el cuello de mi camiseta. Sonaba la canción de Suzanne de Art Company y siempre asociaré este tema con aquel encuentro. La vida no fue justa con Inma. Perdió la inocencia demasiado pronto. No tardamos en verla convertida en madre. Se casó con un tipo algo mayor que ella que la despreciaba y que el único mérito que tuvo fue quedarla preñada antes de cumplir los diecisiete. Hace años que no sé nada de Inma. Hace años que quedó perdida en esos días que solo existen en la memoria.

Víctor Manuel Jiménez Andrada
Publicado en digitalextremadura.com (7/dic/2010)

Ilustración: Chica
David Farrés Calvo

1 comentario:

budoson dijo...

¿Historia real?