Solo una razón

Hay algunas personas que solo consideran válidos sus argumentos. No ven más allá de sus ojos y menosprecian todo lo que no huela a sus ideas. Y no hablo solamente de política, religión o fútbol, me refiero a todos los niveles de la vida, en todos y cada uno de los temas de conversación que surgen en un grupo, más o menos, civilizado. Procuro eludir a este tipo de individuos de la forma más eficaz que puedo: no entrando ni en sus juegos ni en sus debates. Pero a veces, por muchos motivos, es imposible no verse involucrado en uno de estos, digamos, monólogos. Entonces me encuentro dos opciones: callar y dejar que hablen o decir lo que pienso. Esta última opción es la más dolorosa, porque me pongo muy nervioso cuando tengo que discutir, pero en ocasiones no hay más remedio que no dejarse pisar. Tengo muy buenos amigos con los que jamás estaré de acuerdo en muchos temas, pero ellos defienden sus ideas respetando las mías y yo hago lo propio con ellos. Ahí está la riqueza de las relaciones ...