Gafas de sol

No uso gafas de sol. De jovencito sí. Me compré unas de espejo, en un puesto callejero. Sí, lo sé. Sé lo que pensáis, pero eran los ochenta y yo tenía dieciséis años.

Hoy veo a la gente con gafas de sol incluso donde no hay sol: en zonas de umbría, en el interior de los locales y hasta por la noche. Existe, o siempre ha existido una tendencia a ocultar la mirada. Quizás es que los ojos son las ventanas del alma y nadie está dispuesto a desnudar la suya delante de los demás. De todas formas, tenemos que reconocer que la mayoría llevan gafas de sol más por moda que por necesidad y al final los ojos se acostumbran a ver todo más opaco y más amortiguado. Es una forma diferente de percibir la realidad. Los colores se hacen más tenues a través de un filtro y así se evitan deslumbramientos innecesarios, aunque como contrapartida, se pierde la belleza de los matices de la vida.


Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Digitalextremadura.com 9/8/2011

Ilustración: María Juana Botero Restrepo; Bañista al atardecer

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