Nada que temer

Su mirada artificial me inquietaba, aunque sabía que ya no había nada que temer. La pintura sobre el lienzo no era el mal, sino una simple representación del mismo. Me reí de mis miedos sin predecir que aquella noche me acecharían las pesadillas de nuevo.


Víctor M. Jiménez Andrada
publicado en AVP- 23/1/2012

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