Risas

 

-La oí reírse de manera escandalosa —me dijo el viejo cartero —. Estaba con dos amigas en aquella cafetería del centro. Parecían pasarlo muy bien. Una vecina me dijo que pasaba allí todas las tardes, así que no tuve más remedio que ir a buscarla. La conocía bien y no puedo decir que me resultara simpática. Nunca me había alegrado, hasta ese momento, de ser portador de malas noticias. Cuando me dirigí a ella por su nombre, se quedó paralizada. Sin muchos miramientos puse el telegrama con el sello del ejército en sus manos. Salí a toda prisa, pero aún desde la calle oí sus gritos desgarrados. No pude evitar una sonrisa.

Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en AVP 8/4/2013
Fuente imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

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