El punto de partida de los carruseles

Ahora que paseo con las manos en los bolsillos por el que fue tu barrio, el recuerdo me espera al abrigo de un palio invisible.

Bajo la atenta mirada del nieto del cuervo de entonces, los besos no nacidos me gritan los tormentos de su condena y las fachadas ocultan, en las hojas descosidas de un almanaque, el perfume de las flores arrancadas una primavera errática.

Ya mi lengua ha perdido el tacto de la fruta que brotaba de tu boca -si es que alguna vez aquello sucedió-.

El adiós sabe a certeza cuando el primer sol de septiembre anuncia el punto de partida de los carruseles.

Jubilación anticipada

En el precipicio de aquel amanecer cubierto por hule de escarcha, una sombra me arrancó tres dientes de un golpe certero en la mandíbula.

Después de 48 horas en observación, habitó la soledad de los pliegues bajo mi almohada en la cama del hospital.

Dicen que le dieron la jubilación anticipada al ratón Pérez.

Ya no creo en quienes cambian monedas por dientes cuando las arcas están vacías y las encías casi despobladas.

69-Cosas que llevo en el bolsillo

Los besos embotellados
en vidrio no retornable
tienen fecha de caducidad.

No hay degustaciones gratuitas
para el desertor de las estrellas.