Animal

    No hubo forma de quitarle la muñeca de las manos. La apretaba con tal fuerza que ni el más robusto de los hombres fue capaz de arrancársela. Miraba a todos con un odio animal que espantaba. Un odio de hembra a la que le acaban de arrebatar a su cría. Sus ojos habían agotado las lágrimas en los días previos, ahora solo anidaba en ellos el fuego primitivo de la venganza.
    La arrastraron al maletero de un vehículo y allí la encerraron. Circularon a gran velocidad por una carretera de firme irregular, ella recibía en su cuerpo los latigazos de cada curva. Conocía su destino, se habían encargado de recordárselo: una zanja en mitad del bosque, un disparo en la frente y una capa de cal viva. Después el olvido, nadie la echaría de menos.
    En un segundo se produjo el impacto. Varias vueltas de campana la dejaron aturdida, pero el portón del maletero se abrió cuando el coche se detuvo. Salió tambaleándose, milagrosamente ilesa. La fiera estaba libre y pronto lo iban a saber.

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