La paradoja de los cementerios

Los cementerios clavan sus entrañas
en las afueras de los pueblos.
Exilio inevitable de los muertos
que peregrinan para huir
de los que viven,
de los que pueden hacer daño
con dedos afilados
por la piedra del odio.

Un muro los separa
o un simple mosaico de lápidas
cuando el pueblo, en su afán de crecer,
indiferente los abraza
   {así lo he visto
   en ciertas parroquias gallegas}.

Son templos de silencio
y refugios de anhelos
en las noches sin luna
a la ribera del camino.

No hay comentarios: