El polvo del camino
o la esencia necesaria
que impregna la piel del caminante.
Polvo que ensucia
la ignorancia con la que nacemos
cuando un viento caprichoso
lo levanta del suelo
para obligarnos a cerrar los ojos.
Entonces,
a ciegas recorremos
nuestro paisaje interior
y verdaderamente
comenzamos a caminar.
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