La lengua del camaleón
moja los labios de los poetas
para despojar las palabras
de su transparencia dolorosa.
Al abrigo de la luna nueva
la sutura de los versos
hostiga la piel
de las manzanas verdes.
Un carámbano de fuego
se columpia en la cuenca de los ojos
y palpa la hendidura
de los tuétanos profundos.
Las últimas letras
son los embriones
que apuntalan la ruina
y salvan a los náufragos.
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