Al
sentir el calor del aliento del príncipe sobre su mejilla helada,
Bella Durmiente protesta:
“Cinco
minutos más, por favor”.
¡Es
tan cómodo el colchón de plumas subvencionado con el oro falso de
los extranjeros!
Dormir
parece la mejor opción. Así la tibieza de los sueños apacigua la
avaricia de los clavos oxidados y las cenizas que rebosan en los
cangilones no salpican las frágiles pupilas de la voluntad.