Vaya mierda (9)

El cuerpo humano está diseñado para no perci­bir el mal olor en la mierda propia. Esa rara cualidad nos hace amar, de alguna manera, todo lo que sale de nosotros, aunque sean inmundi­cias. Por la misma razón, despotricamos de los demás, que tampoco cagan flores precisamente. Montamos en cólera cuando entramos en un baño detrás de otra personas y recibimos un gancho directo en nuestro olfato. Gritamos me­dio asfixiados: “¡Dios mío, qué oló!” (así sin erre), como si lo nuestro fuera ambrosía. Esta vara de medir diferente, esta subjetividad que nos hace juzgar con dureza pecados que tam­bién cometemos, es lo que más me preocupa, por muchas risas que nos entren.

Conservas

Cuando el hambre me despierta, de pensarte se me hace la boca agua.

Tal vez es cierto síndrome de abstinencia o el resultado de unos dados lanzados por la mano del otoño.

Me levanto, voy a la cocina y abro la despensa: solo hay un frasco a medias de besos en su jugo sobre una balda cubierta de polvo.

El olor desagradable y una nata verdosa le dicen a mi instinto que el ayuno no es tan malo. Entonces pliego el deseo y vuelvo a la cama con el ruido de tripas vacías como banda sonora del resto de la noche.

Vaya mierda (8)

“Mucha mierda”, desean en Teatro.
“¡Mierda!”, exclama el que la caga.
“¡A la mierda!”, el que se marcha.
“¡Vaya mierda!”, el resignado
y también el inconformista
y la víctima del trilero.
“¡Qué mierda!”, con el sueldo a fin de mes.
“¡Nos vamos a la mierda!”,
 predican los profetas.
“Huele a mierda”, dice el corrupto
sin olerse el culo.
“¡Y una mierda!”, grita el egoísta.
“¡Vete a la mierda!”,
el que la paciencia perdió.
“¡¿Qué mierda es esto?!”,
se lamenta el cornudo.

Hay mierda para todos.
Día a día la boca se nos llena de MIERDA,
y somos tan felices.

El ogro que encierro

Un suspiro se extingue y renace en la aguja que despierta el vuelo de los pájaros nocturnos.

Desde que vi mis ojos en el reflejo de tus lágrimas, no temo más que al ogro que se ovilla en esta caverna interior. Insaciable devorador de margaritas que viste de etiqueta a la vergüenza. Hay ofertas de 2 X 1 en los supermercados.

Prefiero ignorar y me coso el corazón al último aliento de lo que fuimos.