La pereza

Al sentir el calor del aliento del príncipe sobre su mejilla helada, Bella Durmiente protesta:

Cinco minutos más, por favor”.
¡Es tan cómodo el colchón de plumas subvencionado con el oro falso de los extranjeros!
 
Dormir parece la mejor opción. Así la tibieza de los sueños apacigua la avaricia de los clavos oxidados y las cenizas que rebosan en los cangilones no salpican las frágiles pupilas de la voluntad.

Ecosistema mínimo (XV)

Sobre la partitura del aire se escribe la música del agua con brillo de plata. Tu voz acompaña la melodía. Canto de sirena que me empuja al corazón de la tristeza. Las intenciones de las avispas se disfrazan de algodón cuando me condeno al laberinto de espejos.

060- Cosas que llevo en el bolsillo

En lágrima ajena descubro
aquella que cultivo en tus párpados
con el estiércol hediondo
que brota de mi lengua.

       Tengo que aprender
       a tragarme mi vómito.

Las tretas del gato

El gato embustero,
oculto en la sombra,
gobierna a su antojo
los hilos de la marioneta
del vástago del molinero
convertido en Marqués
de Carabás.

Cada día calza sus botas
de punteras de acero
para patear los rostros
de los desahuciados,
mientras perfuma su corbata
con el aroma de honestidad
que compra en el chino de la esquina
a dos euros el frasco.

Después de conocer
el destino del ogro,
huyo del ronroneo.

Ecosistema mínimo (XIV)

La norma es dejarlo todo como está. Evitar quebrar la mínima rama, no espantar a los insectos y permitir que el agua siga su camino. Formar parte del entorno sin mancillarlo, pasar desapercibido como el grito de las rocas y confundirme con el musgo cuando tus ojos me recorran en su peregrinar azaroso.

059-Cosas que llevo en el bolsillo

Anida en las encías
el sabor último,
ese que nos anuncia
la inevitable tormenta apocalíptica
y que nos corta a todos
por la misma tijera.

          Mi mayor consuelo
          es la desesperanza.