Game over

Un día lo nuestro se convirtió en un continuo restregarse estiércol en las encías, en un masticar tierra con los párpados.

Las polillas se comieron el azul de mi capa de príncipe cuando fulminaste mi tercera vida en la pantalla de tus ojos: GAME OVER.
 
No me quedaban monedas en el bolsillo y mi ánimo aullaba como perro apaleado. Con la última esperanza por sombrero, mendigué por tus calles para jugar otra partida.

No hay comentarios: