Pasen y vean: el espectáculo de la mina San José

Creo que el título que he elegido para estas líneas puede llamar la atención. No quiero, ni mucho menos frivolizar con un hecho que, afortunadamente, ha terminado de la mejor forma posible, es decir, con el rescate de los 33 mineros que llevaban enterrados casi setenta días a 700 metros de profundidad. Pero tampoco me puedo mantener ajeno al inmenso despliegue mediático que se ha levantado a raíz del accidente. Por desgracias, hechos como éste ocurren con frecuencia, aunque son muchas las ocasiones en las que el silencio más absoluto, por los intereses de los de siempre, preceden a desenlaces menos felices. Leo en los diarios que la cifra de periodistas ronda entre 1.600 y 2.000. Se han desplegado en la zona más de 350 medios de comunicación de 33 países. Parece que se han empeñado en televisar, radiar, fotografiar y escribir cada detalle, cada mínimo gesto, cada lágrima, cada rezo... para luego servirlo en bandeja a unos espectadores ávidos de emociones fuertes. Es lamentable que se haga de la vida y de las tragedias un espectáculo para transmitir en directo. Y es más triste aún que estos acontecimientos los utilicen los políticos de turno para sacar tajada y ganar puntos de popularidad. Hay números, se sabe que algunas cadenas de televisión están dispuestas a pagar hasta 32.000 euros a cada uno de los mineros por una exclusiva. Se están haciendo pujas. Al final las audiencias mandan, porque detrás de las audiencias hay dinero. Se hace de la vida un reality show, una ventana abierta donde la intimidad no existe. Todo el mundo tiene un precio y creo que van a ser pocos los que no caigan en la tentación. Tendremos a estos trabajadores, hasta entonces desconocidos, recorriendo los platós de las televisiones de medio mundo. Solo pido que a ninguna productora se le ocurra, aprovechando el despliegue de medios técnicos que se ha llevado a cabo en la mina San José, montar una especie de Gran Hermano en el lugar. Me da escalofrío pensarlo, pero seguro que ya se le ha pasado a alguno por la cabeza esta idea.

Víctor Manuel Jiménez Andrada

Publicado en: digitalextremadura.com (17/octubre/2010)

Efectos secundarios

Sonó el teléfono en el momento justo. Dudó, pero ante la insistencia, atendió la llamada.
— Le informamos de nuestra nueva oferta para conectarse a internet —la voz impersonal de la grabación se clavó en su oído.
Colgó con furia. Cuando volvió a por la cuchilla, se le habían quitado las intenciones de suicidarse.


Víctor Manuel Jiménez Andrada
Publicado en Avuelapluma (20/sep/2010)

El eterno retorno de las cosas


El viento mece los juncos
cuando el día envejece
en un cielo
sembrado de naranjas.

El sol agoniza en el horizonte
y refleja su último aliento
en las aguas metálicas.

El final es un comienzo
y la muerte pare
el reino de la luna.

Palpitamos
en un ciclo infinito
en el que somos lo simple,
pequeñas partículas
que se arrastran al antojo
de los elementos.

Víctor Manuel Jiménez Andrada
Poema publicado en Ars et Sapientia nº.32-agosto 2010

Lecciones de política exterior en la barra de un bar

Me espanta la frivolidad con la que nos referimos, en muchas ocasiones, a nuestros semejantes. Hoy es domingo por la mañana, hace una temperatura muy agradable y las nubes, mansas y ligeras, cruzan un cielo en el que predomina el azul. Parece mentira que tan solo tres días atrás, Cáceres se hubiera convertido en un caos provocado por unta tremenda tormenta como nadie, ni los más viejos, recuerdan. Decido dar un paseo y visito la Fundación Helga de Alvear —aprovecho estas líneas para invitar a todo el mundo a que conozca este sitio —. Cuando salgo es la una y cuarto, una hora ideal para tomar el aperitivo. Me dirijo a una céntrica y concurrida cafetería. Mientras me sirven una cerveza, muy bien tirada, no puedo evitar escuchar la conversación que dos hombres mantienen a mi lado: “Si son polacos no, tampoco los checos, pero a los moros, los rusos y los sudamericanos se les puede echar sin problemas”. “Es que esto es un coladero, no se puede dar cobijo a tanto vago y a tanto delincuente”. “Sí, pero si son de la Comunidad Europea te los tienes que comer con patatas”.”Yo creo que el francés le ha echado dos huevos, eso es lo que hace falta en todos sitios, sino al final nos invaden”. Casi me atraganto con la cerveza y un terrible escalofrío recorre mi espalda. Recuerdo, no sé muy bien porqué, la tormenta de días atrás. Me gustaría intervenir en la conversación, pero creo que es mejor mantenerse al margen. Estos tipos tienen pinta de no aceptar otra opinión diferente a la suya. Es muy lamentable que se pueda hablar de otras personas, que solo buscan aquí una vida un poco más digna que la que su tierra les puede brindar, como si se tratara de ganado: “Este no me gusta, aunque puede entrar, pero este no entra, que para eso está la ley”. Quizás ha llegado el momento de mirarnos en el espejo y ver, honestamente, en qué nos estamos convirtiendo.

Víctor Manuel Jiménez Andrada
Publicado en: digitalextremadura.com (28/sep/2010)

El pozo


No tengo fuerzas
para salir del pozo
en el que cayó mi sombra.

Mis manos resbalan
en el fango viscoso
de las paredes.

Me ahoga
una espiral
de vapores letales.

Me hundo
sin el amparo
de
una
s
o
g
a

Víctor Manuel Jiménez Andrada
Poema publicado en Ars et Sapientia nº.32-agosto 2010