2 de febrero. Presentación de COMIDAS PARA LLEVAR en el GRAN CAFÉ VICTORIA, de BADAJOZ



El próximo jueves, jueves, día 2 de febrero, estaré en el Café Victoria de Badajoz con mi libro de relatos "Comidas para llevar" a partir de las 21:00 h. Ruego lo hagáis extensivo a todo el que pueda estar interesado. Muchas gracias.

Refranero popular


Tanto fue el cántaro a la fuente que se aprendió el camino. Ahora se ha establecido por su cuenta y ha fundado una gran compañía de aguas.

Víctor M. Jiménez Andrada
publicado en Avuelapluma (7/11/2011)
Ilustración: M. Parra Bernabeu. Cántaro III

Sala de espera

Tenía cita a las diez y media y eran más de las once.

—Por eso nos llaman pacientes —pensó mientras un ratón le roía los pilares de la cordura.

No pudo reprimir una sonrisa irónica. Había cinco personas en la sala de espera que charlaban. Él se mantenía en silencio, odiaba aquellas conversaciones vanas y estúpidas. Intentó concentrarse en el libro que tenía en las manos. Consiguió leer un par de páginas, pero pronto su cabeza voló por un cielo lleno de incertidumbre. Se abrió la puerta de la consulta y salió el paciente que estaba en su interior. Luego apareció la enfermera y leyó un nombre de la lista que portaba. Alguien se levantó y la siguió. Cerró el libro definitivamente. Los minutos goteaban lentos. Casi no había dormido las últimas noches y el cansancio se le incrustaba, como un terrible replicar de campanas, en las sienes. Alguien más llegó, era una mujer joven. Se sentó en la primera silla vacía, sacó una revista de un bolso grande y se puso a leer.

—Si no me llaman pronto me voy a volver loco —acompañó el pensamiento con un suspiro profundo. Su gesto provocó la mirada desconcertada del anciano de la silla de al lado.

La puerta volvió a abrirse. Salió el paciente y tras él, la enfermera. Esta vez pronunció su nombre, recreándose en cada sílaba. Su vida se acababa de convertir en una bifurcación y él no podía elegir el camino.


Víctor Manuel Jiménez Andrada
publicado en Cáceres en tu mano, 15/9/2011

Puntos de vista

—No está mal —dijo Marisa con una sonrisa cómplice asomando a la comisura de sus labios —, pero me esperaba otra cosa. No sé, después de todo lo que había oído de él, las fotos en las revistas, las películas, las entrevistas en la radio, la televisión...

—Yo creo que lo tuyo es un poco de envidia —respondió Laura mientras apuraba un café humeante en un vasito de plástico —. No soportas a la gente más joven y guapa que tú.

—No, no es eso, para nada —replicó Marisa a la vez que se ajustaba un par de guantes de látex —, pero es que este chico ha roto muchos corazones. No veas, mi hija, sin ir más lejos, tiene la habitación empapelada con sus fotos y creo que no es para tanto, la verdad. Lo veo hasta un poco canijo y demasiado flaco.

Laura sonrió, terminó el café rápidamente y arrojó el vasito a la papelera. Se colocó la mascarilla y se puso también unos guantes de látex. Encendieron los focos y comenzaron a practicar la autopsia al cadáver del joven y famoso cantante.


Víctor Manuel Jiménez Andrada
Publicado en Cáceres en tu mano, 26/9/2011

Presentación de Isla Cueva Lobos. Miércoles 18 de enero



Presentación del libro de ROSA CÁCERES, Isla Cueva Lobos.
Fecha: miércoles 18 de enero, a las 21:00 h.
Lugar: El Gran Café de Cáceres
Introduce el acto: Víctor M. Jiménez

Día de pesca


De niño solía pescar, junto a mis amigos, en un pequeño regato. Nuestros aparejos consistían en un anzuelo, un palo, una boya diminuta, un plomo y un trozo de sedal. En muchas ocasiones no usábamos cebos. Los pececillos, atraídos por el brillo metálico del anzuelo en el agua, se dejaban atrapar. Pronto teníamos un cubo lleno.

Un día nos cruzamos con un pastor y nos dijo que a esos peces pequeños les llamaban pardillas. Un buen nombre para animalitos tan ingenuos.
El regato ya se secó, pero las pardillas —y pardillos— aún viven y se reproducen por todos lados.

Víctor M. Jiménez Andrada
publicado en Avuelapluma, 7/11/2011
Ilustración: Antonio Cantos. Pescadores en el lago

Perder un poco de tiempo no es tiempo perdido


X era buen trabajador, pero su despacho daba a una concurrida calle y no podía evitar, de vez en cuando, asomarse a la ventana para ver la vida pasar.

Una mañana de lunes, el jefe de X, que estaba siempre pendiente de todo menos de lo realmente importante, lo pescó mirando por la ventana. Al día siguiente X contempló con horror que habían tabicado su mirada al mundo.

Desde entonces, cuando necesita una pausa, se cuelga de un pensamiento e imagina la calle. Muchas veces sube tan alto que cuando quiere regresar es hora de marcharse. El jefe, cuando pasa por la puerta del despacho de X, observa con satisfacción su mirada perdida. El muy ingenuo cree que está quebrándose la cabeza con los complicados cálculos de algún balance.


Víctor M. Jiménez Andrada
publicado en Cáceres en tu mano, 18/10/2011
Ilustración: Laura Vázquez Pinteño. El tiempo en sus manos

Los amigos "a ver si"

Todo el mundo tiene amigos “a ver si” y cada uno de nosotros puede ser potencialmente un amigo “a ver si” para los demás. ¿Qué es un amigo “a ver si”? Pues es aquel amigo de buena voluntad y de escasa resolución. Es decir, es aquel amigo siempre dispuesto a quedar para tomar unas cañas, un café, para salir a comer, para ir de campo y todas esas cosas que se suelen hacer con los amigos, pero que a la hora de la verdad, solo queda un poso transparente de buenas intenciones.

Es frecuente escuchar: “A ver si quedamos, a ver si tomamos unos vinos, a ver si venís a casa...”. Luego pasan los días, las semanas, los meses y no se ha cumplido el “a ver si”. Y así, un buen día, vuelves a ver al mismo amigo y la conversación es exactamente la misma que la última vez, mucho “a ver si” y poco fundamento. Estoy intentando, a veces sin lograrlo, terminar con el “a ver si”. Cuando alguien viene con un “a ver si tomamos algo”, respondo: “Vale, ahora mismo es buen momento, que estamos juntos”. Esto no siempre funciona, y muchas veces por culpa propia. Vivimos en una sociedad que nos acelera el modo de vida de una forma disparatada y no solemos pararnos a disfrutar de los buenos momentos. Estamos siempre ocupados con cien mil historias que al final se diluyen en humo, porque lo esencial y lo verdadero es otra cosa diferente a lo que creemos esencial y verdadero. Espero dejar de ser un amigo “a ver si” y que mis amigos también dejen de serlo.


Víctor M. Jiménez Andrada
publicado en Cáceres en tu mano, 7/11/2011

El tiempo


Durante el viaje pude comprobar que el factor tiempo era determinante para que el caos no se apoderara de la existencia. Los pasajeros subían y bajaban en cada estación, los asientos se vaciaban o llenaban según se sucedían las paradas, pero nunca coincidían dos personas en el mismo. Aquello que parecía imposible, sin embargo sucedió. Dos pasajeros pugnaban por un asiento en una de las últimas paradas. Pensé que el tiempo, ese ser tan exacto, había tenido un desliz del que, afortunadamente, yo era un testigo privilegiado. Cerré los ojos y los oídos para no darme cuenta de la confusión del expendedor de billetes. Mi razonamiento me pareció más poético.

Víctor M. Jiménez Andrada
publicado en Avuelapluma 5/12/2011
Ilustración: Rocío España. Reloj del tiempo