Tácticas pasivas

Los dos ratones se miraron fijamente. Ambos codiciaban el trozo de queso que había entre ellos, pero ninguno se atrevía a dar el primer paso por miedo a que su adversario se le anticipara en una maniobra rápida. Pasaron los días y el queso se pudrió y se desvaneció en polvo. Los ratones se quedaron eternamente en la misma posición sin ser capaces de mover un músculo.
 
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Avuelapluma 11/6/2012

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