Suerte o su ausencia

SIembro margaritas
en la piel de la ciudad
y me juego los últimos
besos en las mesas del (casi)NO. 
 
(del libro Encélado)

Mozo de pista

Sueña con trapecios, con mazas de malabares,
con cuerdas flojas o narices de roja goma-espuma,
mientras pisa el vestido de otra aurora
que no es más que el preludio de la rutina
que campanillea en sus oídos.

Limpiar las inmundas jaulas —alguien tiene que hacerlo—
y echar de comer a las fieras con las que otros se lucen,
son un par de cuentas del collar que visten los callos de sus manos.

Rehén de un laberinto sin fisuras que solo abre salidas equivocadas
a medio metro del abismo, queda petrificado
en el transcurrir de un tiempo gris que a pesar de todo es suyo.

(del poemario Circo)

034-Cosas que llevo en el bolsillo

Los perros ladran en la madrugada.
El miedo anidó en uno,
aulló
y todos se infectaron.

Yo ladro hacia dentro
por un instinto
de supervivencia.

Encélado

Cassini orbita el planeta Saturno. Sus cámaras captan algo extraño en la luna Encélado. Parece muerto, pero sin previo aviso géiseres gigantescos de hielo y agua brotan en su superficie. No hay nada parecido.
   
(del libro Encélado) 
  

Cementerio de elefantes

Una vorágine de tardes clónicas
penetra en las vértebras de los elefantes.

El final del camino es destejer la esperanza en los ojos
cuando un mozo enfermizo amarra las patas al tedio.

Aplastado por los años el más viejo de la manada

mata por morir sobre huesos ancestrales.
Agazaparse bajo un cielo que nada más existe en los carteles
no es alivio para los que habitaron la inmensidad de la sabana.

No solo respirar es la vida y el cementerio no es un mítico lugar de África,
sino una sucia escombrera en los arrabales de la razón.

(del poemario Circo)