Noche de lobos

A horcajadas de una promesa vana
aderezo las tinieblas con la luz de un farol,
pero el suplicio habita en terribles palabras
escritas con tinta indeleble en el reverso de los ojos.

Dicen que la noche en el monte es para los lobos,
me pregunto para quién es la noche en esta selva
de cemento y luciérnagas artificiales.

Quizás es el momento de bajar de mi cabalgadura
y seguir a pie,
lejos del riesgo controlado
que se compra en las esquinas.

El quincallero

    El viejo quincallero descosía los rayos de la luna para darle brillo a su mercancía en el corazón amargo de las madrugadas. En el alféizar de los amaneceres, hacía sonar los cachivaches y despertaba las ilusiones de algunas almas solitarias.
    Caminaba por los mercados y por las calles de pueblos en los que era siempre el extranjero sobre el que se vertía una aleación incandescente de desprecio y desconfianza. Cargaba con la mercancía sin descanso bajo las miradas flagelantes de las dudas.
    Así, comerciando con las cosas casi sin importancia, casi sin valor, intentaba que en su mesa no faltara el pan para sus hijos. En la intimidad de sus oraciones, solo la quimera de una vida mejor para ellos le hacía sonreír a un Dios lejano y severo.
    Luego llegaron los otros. Los que mancharon su oficio y su nombre con el delito, con el robo y con la desesperación que les galopaba por las venas. Eran los que manejaban la navaja con la intención de la serpiente herida.
    Han dado muchas vueltas las norias, y ya no queda nada de aquellos quincalleros. Los grandes bazares han sustituido a las humildes cestas de mimbre. Pero aún tenemos la poesía de sus gestos prendida a la memoria: los versos nos cuentan que dentro de cada uno palpita un corazón ambulante.

El recital

    Cuando finalizó el recital, el poeta se quedó desnudo sobre el escenario. Con cada uno de los versos se fue desprendiendo de las vestiduras falsas y las máscaras con las que había opacado su existencia a lo largo de los años. Su alma fue alcanzando una transparencia inusitada ante la mirada atónita de los espectadores, entre los que se encontraban, como siempre, sus amigos más cercanos y queridos.
    Ya lo había advertido en los días previos: aquel acto no sería un recital común. Sentía la necesidad apremiante de poner algo de luz a sus rincones más ocultos, rescatar poemas que hasta entonces había vetado por su sinceridad descarnada e incómoda.
    Después de leer la última pieza, con una voz lenta y acompasada, las caras de asombro sustituyeron a los aplausos habituales. El silencio se extendió como una fina lámina de caramelo que nadie se atrevía a romper con palabras vulgares.
    El poeta bajó de la tarima, salió del local y echo a correr.
    Dicen que lo vieron, con toda su desnudez, por la avenida principal. A su paso caían las hojas de los árboles que formaban una tupida alfombra que le evitaban la dureza del pavimento en sus pies descalzos. Un niño le señaló con el dedo, reconociendo en su figura extraña un halo de inocencia.
    Nunca más volvió a saberse de él tras aquella tarde. Algunos amigos creyeron que se encerró en su casa entre montañas de libros. Otros dijeron que huyó a tierras lejanas en las que buscar nuevas máscaras para ocultar aquello que ya todos conocían. A ninguno se le ocurrió leer un último poema que había abandonado en el atril. Allí anidaban todas las preguntas, porque, como sabemos, la poesía no da respuestas, sino lo contrario.

Poema vencejo

 (1)

La poesía tiene fuertes alas
para volar igual que los vencejos:
        sin detenerse casi nunca.

Se alimenta de todas las palabras
que encuentra por los puntos cardinales,
no repara en mezclar cientos de idiomas,
pues su dieta es mestiza.

Atesora el instinto de los nómadas
        —tan arcano y tan bello—
para recorrer los cielos del mundo
sin saber qué son las tristes fronteras
que construyen los hombres.


(2)

Los vencejos —¿o he dicho los poemas?—
navegan en los libros más hermosos
sobre océanos de espacio y de tiempo,
también bajo la tierra, en la fibra óptica
que penetra los muros de las casas.

Jamás pueden vivir entre barrotes
        {poemas y vencejos}.

Algunas veces hacen una pausa
para anidar en las cabezas fértiles
de los poetas.
Y así se reproducen
en los ciclos eternos de la vida.

Feliz Año Nuevo

 Somos restos de un naufragio que nos dejamos arrastrar por las corrientes. Buscamos reconstruirnos al amparo de lo mismo que antes nos ha destruido. Ellos marcan el ritmo de nuestra vida desde que nacemos. Hay que hacer lo que dicen, lo que nos enseñan, no lo que nos conviene. Habitamos un mundo que se autofagocita una y otra vez mientras se nos llena la boca de las palabras paz, justicia, igualdad... Feliz Año Nuevo.

Así nos va

Anoche, paseando por YouTube, comprobé cómo vídeos de un tipo devorando comida se aproximaba a 4.000.000 de reproducciones, mientras que vídeos de poetas de reconocido prestigio apenas superaban las 200. Esto no es más que un reflejo de la sociedad en la que vivimos, que huye de lo profundo para hundirse en lo banal. Me pregunto cómo seríamos si los vídeos de los intelectuales, de todo tipo de disciplinas, fueran los más seguidos. Pero no, nada de eso sucede. Nos dirigimos hacia el abismo. Ahora, precisamente, que tenemos todo el saber tan cerca, elegimos alegremente las vestiduras cálidas de la ignorancia. Y, mientras tanto, los poderosos sonríen tan contentos. Así nos va.

El aliento de una musa esquiva

Al llegar a mi oficina, por casualidad, como ocurren las cosas inesperadas, me he encontrado sobre la mesa con un montoncito de folios que alguien había dejado allí. Me ha atrapado la emoción del artista frente al lienzo antes de dar esa primera pincelada, justo en el momento de comenzar a materializar el boceto encerrado en su cabeza.

Ha sido una especie de llamada, la celebración silenciosa del regreso a una amada vocación a la que he atendido, en los últimos años, con el entusiasmo herido y sin el tiempo suficiente.

He sentido alegría y sosiego, como el hijo pródigo cuando vuelve a su casa y le acoge su querido padre, después de vagar por el mundo dilapidando la vida.

Tal vez el aliento cálido de alguna musa esquiva y caprichosa vuelve a posarse en mis párpados. Tal vez.



Somos presente

Solo habito el presente: el aquí y el ahora, con una mochila de recuerdos desvaídos y dulcificados en mis hombros. Del futuro solo tengo la certeza de que moriré, y eso me tranquiliza, pues es mi naturaleza, nuestra naturaleza.

"Versos del insomnio". Víctor M. Jiménez Andrada

 Versos del insomnio es un recorrido por las horas de una vigilia forzada o voluntaria, una búsqueda de respuestas a la pregunta de qué ocurre mientras otros duermen, un camino sinuoso que tiene como punto final el amanecer y unas experiencias, reales o fingidas, que se incrustan en cada poema.

Invito a las personas que se acerquen a estas páginas a pasear por los desvelos de las madrugadas y por el catálogo de los seres que las habitan. 

La versión en papel de Versos del insomnio se publicó en noviembre de 2012. Con este poemario conseguí una beca a la creación literaria, concedida por la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura. (Descargar libro en PDF gratis).


(Descargar libro en PDF gratis)

"La increíble fuerza de la pulga". Víctor M. Jiménez Andrada

 En septiembre de 2011 finalicé la redacción del primer borrador de La increíble fuerza de la pulga. Más tarde fui publicando un buen número de sus piezas en el semanario cacereño Avuelapluma, en mi blog y en otros medios. Ahora sale a la luz en este formato para ser compartido.

 
Como se puede apreciar, se trata de un conjunto de textos breves que se mueven entre el microrrelato, la poesía e incluso el aforismo. A veces parten de la observación de la vida, y tratan de bosquejarla, y otras se manchan de cierto surrealismo. En ocasiones aparecen destilados tras un proceso en el que se diluyen las fronteras, tan frágiles, entre los distintos géneros literarios.
 
Aspiran, tan solo eso, a tener la fuerza de esa pulga minúscula que es capaz de saltar hasta doscientas veces su tamaño. Si consigo que algunos pequeños fragmentos salten a los ojos lectores —y sirvan de entretenimiento— me daré por satisfecho. (Descargar libro en PDF gratis).


Víctor M. Jiménez en "El Club de la Maga"

 


Este primer encuentro de "El club de la Maga" contará con Víctor M. Jiménez Andrada, que presentará el "Volumen I" de su obra completa en formato digital, hablará de sus inicios en el mundillo literario y del camino que lo ha traído hasta aquí.
 
"El club de la Maga" es un espacio en el que se da voz a personas relacionadas con el mundo de la cultura, para que cuenten aquello que quieran y compartan sus obras y sus experiencias. Es un evento en pequeño formato que tienen lugar en un ambiente distendido y agradable. Está abierto a cualquier disciplina artística.