Negocios


Él se quedó con ella y yo no le devolví su disco de Gloria Stefan. Han pasado los años y sigo pensando que hice el negocio de mi vida.

Víctor Manuel Jiménez Andrada

La joven viuda

Eligió la noche de bodas para hacerlo. Él estuvo muy apasionado, era su primera vez. Cuando se retiró exhausto, su cónyuge le arrancó la cabeza de certero tajo y se bañó en su sangre. La pobre mantis volvía a enviudar, pero no podía evitar esas manías.

Animaladas

Programaron su ejecución para primera hora de la tarde. Lo arrancaron de su encierro. Había mucha gente y un ruido ensordecedor. Sintió miedo, no sabía a qué se enfrentaba y se defendió como pudo. Quince minutos más tarde, un mamarracho disfrazado con un ceñido traje de lentejuelas le reventaba las entrañas con un estoque. Lo último que pudo oír, fueron aplausos.

Víctor Manuel Jiménez Andrada

Una mancha de chocolate

Todos sabían de su disciplina, seriedad y orden. Reflexionaba cada una de sus decisiones en la vida privada y en la profesional. Un buen día, al tomar una taza de chocolate caliente, se abrasó la lengua y se manchó la camisa. Desde entonces, ya no es el mismo.

Víctor Manuel Jiménez Andrada

La dudas


Pasaba cada mañana junto a ella. Le encantaba aquella rosa del jardín, pero nunca se atrevió a cortarla. Cuando por fin se decidió, se le habían adelantado.

Víctor Manuel Jiménez Andrada

Juegos de guerra

Vacié el cargador sobre su cuerpo. Primero en la espalda, a traición, y cuando estuve cerca sobre el rostro. Cayó al suelo y se levantó con una sonrisa.
—Ojalá todas las guerras fueran con pistolas de agua —me dijo mientras me besaba con ternura.

Víctor Manuel Jiménez Andrada