Vaya mierda (10)

De la mierda brota la vida:
el agricultor bien lo sabe.

Somos coprófagos.
La cadena alimenticia
NO miente.

Arriba estamos nosotros
que comemos los excrementos
de todo lo que hay debajo,
{de una u otra forma…}

Y a esa virtud la llamamos
supremacía (ya nos vale).

Esperar la magia

Besé a una rana para convertirla en princesa.

Ahora tengo una rana que me mira con repulsión cada vez que me acerco.

De nada valen las moscas que le regalo, ni el psicoanalista que le costeo para que supere el trauma. 

Estas son las consecuencias que sufro por tener un diente de leche aferrado a la encía.

Vaya mierda (9)

El cuerpo humano está diseñado para no perci­bir el mal olor en la mierda propia. Esa rara cualidad nos hace amar, de alguna manera, todo lo que sale de nosotros, aunque sean inmundi­cias. Por la misma razón, despotricamos de los demás, que tampoco cagan flores precisamente. Montamos en cólera cuando entramos en un baño detrás de otra personas y recibimos un gancho directo en nuestro olfato. Gritamos me­dio asfixiados: “¡Dios mío, qué oló!” (así sin erre), como si lo nuestro fuera ambrosía. Esta vara de medir diferente, esta subjetividad que nos hace juzgar con dureza pecados que tam­bién cometemos, es lo que más me preocupa, por muchas risas que nos entren.

Conservas

Cuando el hambre me despierta, de pensarte se me hace la boca agua.

Tal vez es cierto síndrome de abstinencia o el resultado de unos dados lanzados por la mano del otoño.

Me levanto, voy a la cocina y abro la despensa: solo hay un frasco a medias de besos en su jugo sobre una balda cubierta de polvo.

El olor desagradable y una nata verdosa le dicen a mi instinto que el ayuno no es tan malo. Entonces pliego el deseo y vuelvo a la cama con el ruido de tripas vacías como banda sonora del resto de la noche.

Vaya mierda (8)

“Mucha mierda”, desean en Teatro.
“¡Mierda!”, exclama el que la caga.
“¡A la mierda!”, el que se marcha.
“¡Vaya mierda!”, el resignado
y también el inconformista
y la víctima del trilero.
“¡Qué mierda!”, con el sueldo a fin de mes.
“¡Nos vamos a la mierda!”,
 predican los profetas.
“Huele a mierda”, dice el corrupto
sin olerse el culo.
“¡Y una mierda!”, grita el egoísta.
“¡Vete a la mierda!”,
el que la paciencia perdió.
“¡¿Qué mierda es esto?!”,
se lamenta el cornudo.

Hay mierda para todos.
Día a día la boca se nos llena de MIERDA,
y somos tan felices.

El ogro que encierro

Un suspiro se extingue y renace en la aguja que despierta el vuelo de los pájaros nocturnos.

Desde que vi mis ojos en el reflejo de tus lágrimas, no temo más que al ogro que se ovilla en esta caverna interior. Insaciable devorador de margaritas que viste de etiqueta a la vergüenza. Hay ofertas de 2 X 1 en los supermercados.

Prefiero ignorar y me coso el corazón al último aliento de lo que fuimos.

77-Cosas que llevo en el bolsillo

Todos guardamos
restos de carroña
en cajas de caudales.

Que arroje la primera piedra
el que no tenga pecado
o haya olvidado la combinación.

Vaya mierda (7)

¿Te has manchado los dedos con heces?
Puedes confesarlo sin miedo.
Es algo que a todos nos pasa
en más de una ocasión.
Tal vez por ello no seamos dignos
de ostentar cargo público.

Lo importante es limpiarse bien antes
de ofrecer la mano
y hacer virtud del disimulo.

Robinson

Me agarro a la palabra
como un náufrago
a una tabla raída
en mitad de la mar.

Una hoja en blanco
es una isla desierta,
un paraíso,
un empezar sin lastres.

Una hoja en blanco es final
de todos los principios.

Vaya mierda (6)

Poco a poco nos pudrimos.

Cada vez que vamos al baño
nos lo recuerda ese rastro
que dejamos atrás.

Conocedores del destino
que nos aguarda,
nos coronamos como necios
con tiaras de vanidades.

Aquí está nuestra derrota.

Estaremos en Edita Nómada


 

María Durán y Víctor Manuel Jiménez fundan en 2012 la Asociación Cultural Letras Cascabeleras. María es la presidenta y se encarga de dirigir algunas actividades, como el micro abierto “Sherezade”. Víctor es el coordinador, lleva la parte de gestión y comparte la labor editorial con Vicente Rodríguez. Víctor escribe narrativa y poesía, ha obtenido algunos premios y ha publicado varios libros. Entre los últimos están el poemario-artefacto “El opúsculo del caminante” y el libro de relatos “Morirme para esto”. María se inició con microrrelatos en el libro colectivo “Yo no leo” y ha publicado “El baúl dormido”, dentro de la colección “La bolsa”. Ambos han participado en recitales con textos y con arte de acción.

Game over

Un día lo nuestro se convirtió en un continuo restregarse estiércol en las encías, en un masticar tierra con los párpados.

Las polillas se comieron el azul de mi capa de príncipe cuando fulminaste mi tercera vida en la pantalla de tus ojos: GAME OVER.
 
No me quedaban monedas en el bolsillo y mi ánimo aullaba como perro apaleado. Con la última esperanza por sombrero, mendigué por tus calles para jugar otra partida.

No es tiempo de perdices

A veces los labios tiemblan en la liturgia de pronunciar silencios.

Un cesto lleno de alas cortadas presagia el banquete del cerdo, mientras la televisión emite cartas de ajuste para encefalogramas planos.

NADA es el conjunto vacío o tan solo un disfraz, depende de la perspectiva.

Manejamos un concepto demasiado poético y peligroso para el capataz de los herreros.

Mis labios tiritan también (de rabia) para que mis dedos no muerdan.

Ternura

Por muy lobo que uno sea, mejor no meter la pata enharinada bajo la puerta del hogar de los siete cabritillos.

El más pequeño de todos maneja con precisión la motosierra que hace tiempo le regaló el trapero de inocencias.

Si el engaño no muda de piel no hay forma.

Solo queda el comedor social que reparte menús para exiliados de las fábulas y la espera infértil de días pasados, que siempre fueron mejores (a pesar del olor a rancio de los sótanos).

Vaya mierda (4)

No me gusta decir eso de: “Esto es una mierda”. Sobre todo si me lo tengo que llevar a la boca.

***

Mal vamos cuando decimos que pisar una mierda trae suerte.

***

Gracias a mi buena estrella, solo he estado hasta el cuello de mierda metafóricamente. Así y todo, confieso que lo pasé mal. Las metáforas manchan y huelen, aunque no lo creamos posi­ble.

75- Cosas que llevo en los bolsillos

Demolerme en la noche del domingo
para saborear la savia nueva
en la madrugada del lunes.

Todo consiste en levantarse
después de caer.

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Sabíamos que no era buena (al menos eso nos advirtió el rumor de la brisa que se esconde en los cuentos).

Hace unos días la vimos en una esquina, como una estatua de mármol.

Condensaba bajo su piel el vapor de un sueño y se adornaba el pecho con los trofeos de caza que había robado en la mansión de los mártires impostores.

Me arrastró su canto de sirena y asumí la derrota, pero mi cama sació la sed.

Vaya mierda (3)

Casi lo primero que hacemos al venir al mun­do es cagarnos encima, después la cagamos con naturalidad pasmosa (algunos casi todos los días y sin necesidad de laxantes). Finalmente, viejos y hechos una mierda, volvemos a cagar­nos en los pantalones para cerrar el círculo existencial.

El hada madrina

De tanto escuchar al Hada Madrina
me he vuelto estúpido.
 
Que si el camino recto,
el camino adecuado,
el buen camino...

Cómo anhelo desollarme
contra un enjambre de zarzas
y dejar que mi sangre tizne
el cuero de la lujuria.

Vaya mierda (2)

Me han mandado a la mierda
en menos ocasiones
de las que hubiera deseado.

Pasé de adolescente,
balbuceante e imberbe,
a adulto titubeante
que no se comía una mierda.

Pero ya no me quedo con las ganas
de intentar lo que sea
sin red que pare la caída.

Ahora con la edad,
la cara dura y los espolones
me importa una mierda que
me manden a la mierda.

Neverland

Campanilla se muere por los besos que Peter le niega.

No comprende que se ha quedado anclado en

Nunca Jamás

y

nunca jamás

conseguirá capturar espumillones de los ojos, por muchos cargueros que crucen el mar de su frente.

Yo un día fui como ella, pero ahora me columpio en un viejo garfio:

así esquivo a los espíritus de los niños perdidos.

Vaya mierda (1)

He limpiado meconios
en un par de ocasiones,
para que culos de bebés
quedaran abrazables y brillantes.

Luego quité más mierdas infantiles,
por vocación de padre obligada
y por disfrutar del momento
efímero y único.

La vida es eso a veces:
retirar excrementos.

Le he pedido a mis hijos
que el día que no pueda
limpiarme el culo,
respeten mi deseo
de una muerte digna.

72- Cosas que llevo en el bolsillo

¿Quieres un punto final?
Tengo los bolsillos llenos,
pero te aviso que con el tiempo
se convierten en puntos y a parte
en el mejor de los casos.