APUNTE DE ANATOMÍA 004.- SUBIDAS

¿Hasta dónde pretendo llegar? Es algo que me preguntan muchas veces. No me parece inteligente subir a las nubes si no es con un buen paracaídas. Mejor pisar en firme, dejar que las cosas sucedan y disfrutar del ahora que me envuelve.
 


Texto y foto: Víctor M. Jiménez Andrada

APUNTE DE ANATOMÍA 003.- MÍRAME

Mírame y dime qué esperabas encontrar. Siento si te has decepcionado. El arte de malabares que ejerzo no es tan espectacular como su nombre indica. Cada día que ensayo, cubro el suelo de letras.
 

 
Texto y foto: Víctor M. Jiménez Andrada

APUNTE DE ANATOMÍA 002.- HOJAS

Paseo sobre cadáveres de calendarios. Hasta aquí solo llegan las obras. Todo recuerdo se desvanece en polvo si no se graba en tinta. ¿Sabes que puedo hacerte inmortal? Solo tienes que contarme algo de ti.
 


Foto y texto: Víctor M. Jiménez Andrada

Fruta


Con la mirada clandestina acaricio la fruta jugosa. Está tan cerca que casi puedo tocarla, pero me conformo con verla en las ramas, imaginar su aroma y soñar la textura y el sabor de su carne madura. Eso al menos en la realidad que me envuelve.

Pobre Europa


  
Zeus era un tipo sin escrúpulos que vivía de la sangre de los demás. Su mirada de tiburón provocaba el pánico allá donde se posaba. Un buen día se sintió atraído por las carnes prietas de una muchacha llamada Europa. La chiquilla era algo ingenua, o más bien un poco tonta, y se dejó embaucar por las lisonjas que se vertían de los labios aparentemente mansos de Zeus que, transformado en un joven encantador de sonrisa perfecta y traje de chaqueta, le ofreció viajar a sitios extraordinarios.
Europa, deslumbrada por la belleza, animada por sus amigas y enamorada como una estúpida, se fue a su casa deprisa y guardó en un cofre todo el oro que tenía para marcharse a recorrer el mundo con su nuevo amigo. Ignoró los consejos de su padre y las lágrimas de su madre, que no se fiaban de aquellas promesas escritas en el aire con tinta transparente. Zeus se la llevó muy lejos, a una isla apartada, y una vez allí, le arrebató el cofre de malos modos, la violó y la abandonó en una playa plagada de escombros.
Europa vagó por aquel paraje desolado mucho tiempo. En ocasiones Zeus regresaba para saciarse con sus carnes, cada vez más escasas. Las visitas se fueron espaciando a la par que la hermosura de Europa se perdía con cada marea.
Cuando la muchacha creyó que habían acabado sus desgracias aparecieron los buitres. Pasaba las noches en vela, porque los pajarracos nunca descansaban. Al amanecer la atacaban sin piedad, aunque intentaba espantarlos agitando sus brazos con algunas ramas secas. En poco tiempo los carroñeros tomaron confianza pues intuyeron que a aquella chiquilla famélica apenas le quedaban fuerzas para resistir y redoblaron sus acometidas hasta que la hicieron claudicar. El festín fue escaso, no quedaba mucho en donde clavar el pico.
 Hoy Europa es un saco de huesos que corona una montaña de despojos. Desde esa última atalaya nos enseña, sin palabras, que la historia se repite por más que creamos evolucionar.
 
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Ciento Volando n. 2
Pintura: El rapto de Europa. Rembrandt

A peor

Diario del Comandante del grupo de supervivientes:

Lunes 4 de marzo: “Hemos cruzado la línea que habíamos marcado en el suelo como límite infranqueable y con ello hemos provocado la hecatombe terrible que nos ha arrastrado al borde del abismo. Creo que después de esto no podemos ir a peor. Lo hemos jodido todo.”

Viernes 22 de marzo: “Es hora de levantarse y respirar, es el momento de buscar el color verde de los primeros brotes en nuestras pupilas. Es tiempo de abrazarse y empezar de nuevo.”

 Jueves 4 de abril: ”Esa ha sido mi equivocación: ignorar la verdadera naturaleza del ser humano, que es capaz de generar el desastre sobre el mapa en ruinas que ha dejado el cataclismo previo.”

Miércoles 15 de mayo: ”No hay razón para seguir luchando. Todo se ha hundido más allá de lo imaginable. La catástrofe de hace unos meses es una inocente verbena de barrio en comparación con lo que se avecina. Estoy recluido en una cueva desde la que resisto con un grupo de incondicionales que cada vez lo son menos.”

Sábado 1 de junio: “Solo quedamos dos, uno en cada bando. Lo he localizado con la mira telescópica y lo tengo a tiro. Él también me apunta.”

Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Ciento Volando n. 3

Tratado de paz

Consideró la nota en su buzón como una declaración de cese de hostilidades. La recibió con cierto alivio pensando que, tal vez, aquello significaba el principio del fin. Los días anteriores habían sido los más turbios de su vida. Sufría horriblemente las consecuencias de una guerra abierta y larga. Pasaba las mañanas pegado al teléfono, mantenía largas conversaciones que desembocaban en discusiones inevitables, quedaba con ella para tomar algo al salir del trabajo y se terminaba repitiendo la misma escena. Las buenas intenciones iniciales pronto se veían eclipsadas por el filo agudo y cortante de los reproches. Las noches eran penosamente largas y solitarias. Cuando conseguía dormir, un puñado de pesadillas venía a debilitar sus escasas defensas. Cada amanecer, las sábanas empapadas de sudor le recordaban fragmentos de un pasado mucho más agradable. Se preguntaba una y otra vez cómo habían llegado a ese punto después de tanto tiempo.
Añoraba los besos, pero no sus besos. Una noche de viernes, traicionó lo poco que quedaba en el cuerpo de una amante alquilada que se marchó con el primer reflejo del amanecer. Aquello solo sirvió para intensificar el dolor y para calmar, escasamente, el deseo animal que yace bajo toda piel.
El sobre en el buzón guardaba las semillas de un futuro incierto y necesario. En la nota, además de una despedida abundante en palabras y parca en contenido, le pedía varios libros, una pulsera y una fotografía, la de su graduación. Le pareció todo correcto, excepto la fotografía. Los libros pertenecían a ella, igual que la pulsera. El resto de los regalos no se devolvía, ese era el trato. Pero la foto se la quedó, no por la evocación de otros tiempos felices, sino a modo de botín de guerra. Preparó todo en una caja decorada de cartón, la llamó y quedó con ella en una cafetería céntrica.
Acordaron aquel sitio neutral y frío para su última reunión. Tomaron un café y charlaron, esta vez sin discutir. Consideraban que todo había acabado y que de nada valía escupir palabras infestadas de veneno. Las heridas estaban abiertas pero ya no fluía la sangre. Le entregó la caja, le dijo que se quedaba con la fotografía y ella torció el gesto, aunque no le contestó. Salieron de allí, charlaron un minuto más en la puerta, se besaron en la mejilla como despedida y se marcharon cada uno por un lado.
Apenas había caminado unos segundos cuando se dio la vuelta. No pudo distinguirla entre la gente que llenaba la calle a esa hora de la mañana. Sintió que la había perdido para siempre arrastrada por una corriente de vidas anónimas.
Cuando la noche cuajó el horizonte de la ciudad con su manto tupido, la soledad le golpeó con más fuerza que nunca. No le apetecía quedarse en casa ahogado en la tristeza que lo acechaba y salió a la calle. Sin pensarlo, se dirigió al viejo bar que solían frecuentar años atrás. Todo seguía igual, la misma decoración, la misma luz, la misma música y las mismas camareras. Se sentó en un taburete y pidió una copa. Recordaba, con nostalgia, las famosas noches de otros tiempos. Entonces la vio en la otra punta de la barra. Fumaba distraída con los ojos clavados en la nada. Se acercó lo suficiente para que sus miradas terminaran cruzándose. Ella sonrió y sin decir nada se lanzó a sus labios. Le respondió con el mismo calor y salieron de allí de la mano. Se prometieron que sería nada más por esa noche, pero aún hoy siguen juntos. El camión de la basura no pudo frenar a tiempo mientras cruzaban la calle.
  
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en La Tribuna de Albacete 6/3/2011 

APUNTE DE ANATOMÍA 001.- TECLADO (1)

Pulsar una tecla y luego otra. Combinación de letras: embrión de poema que a veces se malforma en una anodina carta comercial. “Estimado señor” en el primer verso. Inicio arriesgado, que dirían algunos, buscando la metáfora como los cerdos buscan la trufa.

 
Texto y fotografía: Víctor M. Jiménez Andrada

Buffet libre

“HOY BUFFET LIBRE DE BESOS”

Entré sin pensarlo y pagué el precio. Me pareció barato, hasta que averigüé que las bebidas no estaban incluidas. No os podéis imaginar lo caro que costaba un pequeño vaso de cariño.

Gente fina

-¿Qué le pongo al señor? -preguntó el camarero con respeto.
-Al Señor le pones dos velas y a este hijo de perra que te habla le pones una cerveza, que vengo muerto de sed.
Fue lo más fino que salió nunca de sus labios.

Cementerio abandonado

Camino sobre piedras
de tumbas profanadas,
sobre cruces sin pedestal
y fango hediondo.
 
Rompe el espeso silencio,
el lamento de huesos
que se quiebran
a mi paso.
  
Mariposas negras ciegan mis ojos
a la esperanza de la luna,
mientras Cronos picotea
los despojos de la vida.

   
Víctor M. Jiménez Andrada
-escrito un Día de Todos los Santos de hace muchos años-

Sublevación

-Estoy harto de oír cuentos -dijo mientras se levantaba de la silla con precipitación.
Sabía que era el momento de poner las cartas sobre la mesa. Había comenzado a hablar y ya no podía echarse atrás. Muchas veces imaginó esa situación y, sin haberlo previsto, surgió en el lugar más inoportuno. Ella lo contemplaba con asombro.
-Siéntate, por favor -respondió la mujer intentando acariciar sus manos esquivas -, no tienes ni idea de lo que dices.
-Todo son mentiras –el muchacho elevó el tono de voz mientras la miraba con los ojos inyectados de odio -, fantasías que te inventas. Te pasas el día rodeada de libros y sola. ¿Quién eres para contar mi vida?
-Lo siento, pero tú no existes -respondió la mujer con dulzura -. ¿No te has enterado de que no eres más que un personaje de uno de mis cuentos? Y ahora voy a terminar con esta situación ridícula.
Rompió el folio en pedazos e hizo una pelotita que tiró a la papelera.
 
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en “Un rato para un relato”, Rumorvisual, 2010

Evocaciones

La belleza de los momentos evocados siempre aparece envuelta en una neblina tenue que se espesa con el tiempo. Así, y muy a mi pesar, cuanto más te pienso más se desvanece tu recuerdo a lo largo de los años.
  
Víctor M. Jiménez Andrada.-

Presentación en Coria de "Versos del insomnio"

Evento: Presentación en Coria de "Versos del insomnio", de Víctor M. Jiménez Andrada.
¿Dónde?: Biblioteca Municipal de Coria. Casa de la Cultura - Coria.
¿Cuándo?: jueves 10 de octubre de 2013 a las 20:00 h.

Hogar



Habito en la hoja del cuchillo
que rasga la tarde.

Aquí se diluyen en humo
las manzanas verdes
y las lágrimas buscan excusas
para escapar
de unos ojos que anhelan
el consuelo de los falsos profetas
que moran en los libros.

En este lecho
estoy tan solo como siempre,
pero ahora percibo
el hueco de la nada.

 
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en La Niña Bonita. Rumorvisual, 2011
Ilustración: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

¿De dónde venimos?¿Qué somos?¿Adónde vamos?

El niño duerme tranquilo protegido por tres muchachas que se sientan plácidamente. Parece que dejan pasar el tiempo en la pereza de una vida sencilla. Dos mujeres pasean juntas al fondo del jardín y comparten confidencias. Me han dicho que son sabias y que es mejor no preguntarles por el destino. Mientras tanto, el muchacho fuerte extiende sus brazos para coger una manzana madura. Cuando lleve la fruta a su boca habrá llegado a la cumbre y le tocará descender lentamente. Hina mira al frente, su presencia me resulta inquietante, pero pronto comprendo que ella llena un hueco necesario en el corazón de las personas. En ese momento me planteo la duda eterna: no sé si es mejor acuñar sabiduría o vivir en la felicidad de la ignorancia. En el último rincón, una anciana apoya la cara en sus manos y dormita. Espera con paciencia el comienzo del último viaje. Observo emocionado los casi cuatro metros que tengo frente a mí y agradezco el gesto de un Gauguin desesperado que, antes de acabar con todo, decide legarnos las grandes preguntas.
  

Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en LB. nº. 11

ACTO DE CONTRICIÓN NÚMERO N

  
La carne rezuma
por la cicatriz que dejan
las horas perdidas.


          El líquido límpido
          se vierte al balde de la historia
          y luego se disipa.

Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Letras Breves nº. 10
Ilustración: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/ 

Todo destino


El pájaro derrama la vida,
en la brevedad de un suspiro,
contra el muro
de unos labios oxidados.

El suelo, indiferente,
acoge el cadáver
y lo archivaen la colección
que lo engorda cada día.

No hay lengua
que lama la derrota.
 
  

Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en La Niña Bonita. Rumorvisual, 2011
Ilustración: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

I Concurso de relatos y poesía "Letras Cascabeleras"


 
 I CONCURSO DE RELATOS Y POESÍA “LETRAS CASCABELERAS”
  
La Asociación Cultural Letras Cascabeleras, con CIF: G-10429504 y domicilio en Cáceres (España), convoca su “I Concurso de relatos y poesía” con la finalidad de facilitar a los autores la difusión y la publicación de sus obras, y editar una colección de libros de estos géneros. El Concurso se regirá por las siguientes bases:

1. La participación está abierta a todos los escritores mayores de dieciocho años, de cualquier nacionalidad, siempre que las obras sean inéditas y escritas en castellano.

2. La extensión de los trabajos serán para modalidad de RELATO de 30 a 40 páginas (la obra puede contener uno o varios relatos) y para la modalidad de POESÍA de 400 a 600 versos (entendiéndose también como verso cada una de las líneas de una composición en prosa poética). La temática es libre.

3. Los trabajos se presentarán en formato .DOC, .PDF o compatible, con tipo de letra Time New Roman de 12 puntos a espacio y medio.

4. Los trabajos se remitirán únicamente por correo electrónico a la dirección: letrascascabeleras@gmail.com , de la siguiente manera: un fichero contendrá la obra con su título y un seudónimo sin el nombre del autor y otro fichero, a modo de plica, contendrá el título de la obra, el seudónimo, el nombre y apellidos, nacionalidad, dirección postal, DNI, edad, dirección de correo electrónico y teléfono del autor, así como un breve currículum de su trayectoria literaria. En el asunto del mensaje se indicará: Para el I Concurso de Poesía o Relato (según la modalidad elegida).

5. El plazo se extenderá desde el 15 de agosto de 2013 hasta el 15 de octubre de 2013. Durante ese periodo el jurado irá valorando las obras recibidas, pudiendo elegir en cualquier momento las que considere oportunas.

6. Habrá tres premios por categoría que consistirán en la publicación de la obra dentro de las colecciones Letras Cascabeleras de Relato y Poesía. Los libros se publicarán con el correspondiente ISBN y depósito legal. Las tiradas serán de 60 a 80 ejemplares y cada autor ganador recibirá un 10 % de ejemplares de la tirada inicial, así como un 10 % de las posibles reimpresiones de su obra. El primer premio de ambas categorías ganará además un lote de productos de Letras Cascabeleras.

7. Si las obras presentadas no alcanzan la calidad requerida, cualquiera de los premios puede declararse desierto.

8. El fallo emitido por el jurado será inapelable así como cuantas decisiones adopte referidas a dudas que pudieran plantearse.

9. La participación en el presente Concurso implica la aceptación de todas las bases relacionadas.

El tiempo perfecto



Las horas se condensan
en el techo de la habitación
y caen sus gotas
sobre nosotros.

La imagen se forja en mi memoria
y ya no existen tus ojos,
llenos de presente,
en el indómito futuro
que edificamos sin cimientos.



Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en "La Niña Bonita". Rumorvisual, 2011
Fuente imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

Limones


Me irritas
cuando traes limones secos
que me evitan
necesarios tragos agrios.


Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en LB n. 8
Fuente imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

Verdaderos amigos



Hacía años que no veía a Roberto. Lo encontré por casualidad en un bar de la Plaza Mayor y fue tal la alegría que decidimos tomar unas cañas juntos. Después de un par de horas habíamos evocado todos los acontecimientos pasados. A partir de ahí, vimos que nada en común podíamos contarnos. Comenzamos a aburrirnos. En ese momento resolvimos, muy acertadamente, poner fin a nuestra amistad con la última cerveza. Desde entonces no pasa una semana sin llamarnos para saber el uno del otro.


Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en LB n. 8
Fuente imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

Significados

La abuela quiso conservar la memoria de su nieto fallecido cuidando las plantas que había dejado. Tan bien lo hizo que pronto las hojas asomaron por encima de una tapia que daba a la calle. No logró comprender las palabras de los policías cuando la arrestaron aquella mañana, ni el empeño de los agentes en llevarse las macetas.


Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en AVP 8/julio/2013

El avaro

Quizás el avaro sueña con vomitar monedas, aunque ello le suponga un horrible sabor de boca.


Víctor M. Jiménez Andrada 
Publicado en LB n. 7

Valoraciones



Temía la alegría y la rapidez con la que unas manos ansiosas lo harían pedazos. Su piel brillante y colorida quedaría reducida a un amasijo deforme sobre el suelo. Nunca entendió porqué tenía que ser él la parte menos importante del regalo si después de todo era la más llamativa y visible.

 
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en AVP 24/6/2013
Fuente imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

Decadencia


Cuando tuvo que fotografiar la decadencia no se le ocurrió mejor idea que salir a la puerta de su casa, dirigirse hacia la tapia medio derruida de una obra abandonada y tomar varias instantáneas. Sobre la desconchada pared, habían pegado sucesivos carteles anunciando conciertos y otros espectáculos. Se superponían unos a otros formando un grosor considerable. Medio arrancados, dejaban entrever, como libros de historia, acontecimientos pasados. Supo que tenía la foto perfecta cuando dio, por casualidad, con el cartel amarillento y desgarrado de un grupo de rock cuyo vocalista murió trágicamente a las pocas semanas de aquel evento.

Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en LB. n. 7

Siempre hay un pasado

 

En aquel momento sabía que se iba a arrepentir de lo que estaba haciendo, pero necesitaba el dinero. Trató de ocultar su rostro lo mejor que pudo, sin embargo los flashes de las cámaras devoraron las sombras y varias decenas de fotografías delataron su presencia allí. Pasaron varios años y cuando había olvidado su vida anterior, el papel cuché desenterró los fantasmas.
 
 
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Avuelapluma 20/5/2013
Ilustración: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web

"Catorce llaves" nuevo disco de Manuel Cobos

CATORCE LLAVES es el nuevo discolibro de MANUEL COBOS en el que pone música a otros tantos poetas contemporáneos y en el que tengo la suerte de participar. Puedes colaborar en el proyecto a través de la web:  http://www.verkami.com/projects/6094-catorce-llaves-nuevo-discolibro-de-manuel-cobos
  
 

Gotas


 
Una gota, otra gota, otra gota.
Lo peor sucede cuando se apaga la luz
y quedan los quejidos ciegos y el olor intenso
de los fluidos mezclado con la lejía.

Una gota, otra gota, otra gota.
Los calmantes no alivian el desconsuelo
ni cierran los párpados de los peces
atrapados en burbujas de cristal.

Una gota, otra gota, otra gota.
Las horas, fabricadas en serie,
se extienden con exasperante parsimonia
por los pasillos desiertos.

Una gota, otra gota, otra gota.
El taconeo de unos pasos firmes
rompe, de vez en cuando, la espesa atmósfera
de los últimos alientos.

Una gota.

Se acaba el líquido que absorben
los gusanos castigados y sedientos,
por dos minutos y después una gota, otra gota, otra gota.
  
 
Víctor M. Jiménez Andrada
de "Versos del insomnio", Letras Cascabeleras, 2012
Fuente imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/ 

Traición

Según dictaminó el juez, había cometido un acto de terrorismo sin precedentes. Aquella traición se pagaba con la vida. Hasta que llegó el día de la ejecución, sufrió torturas terribles, pero le consolaba saber que las consecuencias de sus actos eran irreversibles y que aquellos tiranos tenían los días contados, aunque él no estuviera para verlo. Muchos intentaron visitarle, pero los guardias no consintieron otra presencia allí que la del capellán de la prisión. La orden de aislamiento era estricta. El día señalado, se llegó a concentrar tanta gente a las puertas del penal que el ejército, aún empleándose a fondo, no consiguió disolverlos. Se cumplió la sentencia poco después del amanecer, pero para entonces y gracias a su labor, los hijos de los esclavos sabían leer.

 
Víctor M. Jiménez Andrada
publicado en “Comidas para llevar”, Ed. Rumorvisual, 2011 




El secuestro de la estatua ecuestre

 
  
Una grúa avanza por la calle solitaria
      —la escoltan sirenas que rasgan las sombras—
y alcanza la plaza donde mora el dictador derrocado
por la parca inmisericorde y el olvido.
Es la mejor hora para arrancar avisperos
aunque hay guantes de policía  por si hace falta consolar nostalgias.
Cuatro operarios indiferentes
cruzan con eslingas la estatua ecuestre
que pronto se eleva por los aires con un solemne redoble de motor.
(alguien sonríe ante la desproporción de los testículos del animal y la cabeza del dueño).
La imagen es casi cómica:
               el caballo parece asustado en un último relincho
               y el jinete un muñeco indefenso ante el vaivén.
Un camión se lleva, bajo el anonimato de una lona,
al que durante años ha presidido la nación y la plaza.
Se le condena, según sentencia judicial, a cadena perpetua
en el rincón más apartado del almacén del museo municipal.
El silencio regresa con el repartidor de periódicos.
El muchacho despeja sus fosas nasales
con el intenso olor a desinfectante
de los aspersores que riegan el jardín
al pie del pedestal vacío.
  
Víctor M. Jiménez Andrada
de Versos del Insomnio. Letras Cascabeleras, 2012 

El ser híbrido

(Del lat. hybrĭda).
1. adj. Dicho de un animal o de un vegetal: Procreado por dos individuos de distinta especie. U. t. c. s.
2. adj. Biol. Dicho de un individuo: Cuyos padres son genéticamente distintos con respecto a un mismo carácter.
3. adj. Se dice de todo lo que es producto de elementos de distinta naturaleza.
El ser híbrido no es de nadie. Tiene la sangre mestiza, ningún color lo identifica como suyo. Es marginado de los círculos, con buenas formas y fingida educación se le aparta. Sin embargo, es fuerte y sirve de pilar imprescindible a seres puros. Aunque los demás no lo sepan, o prefieran ignorarlo, el ser híbrido tiene corazón y se entristece cada vez que nota gestos de rechazo sutiles, miradas de desprecio y sonrisas de compromiso.
El ser híbrido también llora, pero nadie lo ha visto. Ni siquiera se imaginan que sus ojos tengan lágrimas. A veces, quiere hablar y decir lo que siente, pero luego calla y piensa que es mejor que todo fluya mostrando su verdadera naturaleza. Él es para todos y no es de nadie, pues nadie lo hace suyo. Solo es, en definitiva, aceptado por otros seres híbridos.
Yo soy un ser híbrido.
   

Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Cáceres en tu mano, 17/4/2013

Nebula

Nebula es un lugar muy lejano en una montaña alta. Los caminos que llevan allí son escarpados y están llenos de peligros. Es fácil perderse y es complejo regresar. Los viajeros no se suelen aventurar más allá de la primera encrucijada. En ese punto, una calavera sobre una estaca parece advertir del mal que se extiende por todos los rincones. La vegetación es densa a lo largo del sendero y las copas de los árboles se mezclan formando una cúpula de hojas muy tupida por la que apenas penetran tímidos rayos de sol. Pero en Nebula habita un fabuloso hacedor de versos que se llama Papyrus. Sus poemas tienen poder mágico para quienes creen en ello. Mucho se habla de Papyrus y sus milagros, pero nadie lo ha visto en primera persona.

Un día, un viejo comerciante me ofreció una carpeta azul en cuyo interior decía que se hallaban un buen puñado de poemas escritos por la mano del mismo Papyrus. El precio alto y la condición de tenerlos que ver al caer la noche me hicieron dudar de la honestidad del mercader. Pero el ansia de poseer los manuscritos eclipsó las últimas hebras de prudencia. Acepté el trato, pagué el dinero y me marché a casa con mi tesoro bajo el brazo. Al caer la noche abrí la carpeta y comprendí que Nebula era un lugar muy lejano en una montaña alta.
    
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en "Un rato para un relato", Rumorvisual, 2010

Acción "Cordel de letras"

Acción: "Cordel de letras"
Lugar: Playa de Punta Umbría (Huelva).
Realizada el día 4 de mayo de 2013, de 17:12 a 17:20
En un cordel se introducen cuatro poemas impresos sobre papeles de colores que tienen un orificio en la esquina para facilitar la labor. Se separan unos de otros mediante nudos. Después se ata el cordel y se deja que el viento juegue con los poemas como si fueran banderita. Se abandona allí hasta que alguien decide llevárselo a su casa, tirarlo a una papelera o es arrancado por el viento.



 

El mundo de plastilina

  
El niño quedó maravillado cuando recibió el regalo. Era una cajita con barras de plastilina de colores. Tardó muy poco en irse a su mesa de trabajo y esparcirlas sobre el tapete que protegía la madera. El pequeño tomaba una barrita y la juntaba con otras. Sacaba la lengua y la movía de un lado a otro cuando hacía fuerza con sus manos. Amasaba lenta y firmemente los colores. El rojo se mezclaba con el azul, el amarillo se confundía con el verde, el blanco y el negro se entretejían. El conjunto era una masa multicolor que se transformó poco a poco en un solo color: el gris. Era imposible distinguir el rojo del verde, el negro del azul. Era inseparable el amarillo del naranja, el rosa del violeta. Todo era uno. Las diferencias se habían convertido en parte de una misma cosa. Cuando el chiquillo quedó satisfecho con su trabajo, tomó la masa gris y empezó a formar con ella una bola. La hizo lo más regular que supo, rodándola una y otra vez sobre el tapete de plástico. Al terminar, se levantó de su sillita y se acercó a mí. Yo había observado su juego en silencio, simulando leer un libro.
—Oye, mira lo que tengo —dijo llamando mi atención.
—¿Qué es eso? —pregunté con un gesto fingido de intriga.
—Es el mundo.
Su respuesta me fascinó y me llenó de ternura. Aquel día aprendí una gran lección.


Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Cáceres en tu mano, 1/abril/2013

Preguntas y decepciones



Cuando me preguntó, me hubiera gustado decir que sí, que era escritor y que estaba ejerciendo mi oficio en ese momento. Nunca se me dio bien mentir y le conté la verdad: repasaba temas para una triste oposición. Noté cierta decepción en sus ojos. Mi ego tampoco quedó demasiado satisfecho. Desde ese día decidí llamarme por mi nombre.
  
Víctor M. Jiménez Andrada.
Publicado en AVP 24/42013
Fuente imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

Olor a rancio



Ya en mi época de adolescente no nos decían eso de: “no te toques o te quedarás ciego”. Pero el eco de aquellas palabras aún flotaba en unos días en los que todos pretendían ser modernos y abiertos a los nuevos tiempos, sin renunciar, por supuesto, al corcho grueso de la moral que los había envuelto durante años. El resultado era tan lamentable como intentar cubrir con una tela impecable un trozo de tocino rancio, creyendo eso suficiente para disimular el olor.

Una de las cosas más ridículas que nos aconteció fueron ciertas charlas de un profesor que insistía en hacernos ver que en un grupo de muchachos —el colegio era solo de chicos— entre los catorce y los quince años, al menos había dos pervertidos que pensaban en mujeres con intenciones deshonestas. Decía saber esto porque Dios se lo susurraba al oído. Nosotros nos limitábamos a intercambiar miradas cómplices y risitas ahogadas.

Estaba muy claro que Dios era mal contable, o al menos ese Dios que se dedicaba a difundir datos estadísticos sobre infractores morales, porque entre cincuenta adolescentes con las hormonas en plena ebullición, lo extraño hubiera sido que la cifra bajara del cien por cien.

Esto que cuento es solo un ejemplo de los acontecimientos extraños que se daban en esos días y que hoy sirven para alimentar las conversaciones sobre el pasado con un rico y divertido anecdotario.


Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Cáceres en tu mano, 18/3/2013
Fuente de la imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/
 

Risas

 

-La oí reírse de manera escandalosa —me dijo el viejo cartero —. Estaba con dos amigas en aquella cafetería del centro. Parecían pasarlo muy bien. Una vecina me dijo que pasaba allí todas las tardes, así que no tuve más remedio que ir a buscarla. La conocía bien y no puedo decir que me resultara simpática. Nunca me había alegrado, hasta ese momento, de ser portador de malas noticias. Cuando me dirigí a ella por su nombre, se quedó paralizada. Sin muchos miramientos puse el telegrama con el sello del ejército en sus manos. Salí a toda prisa, pero aún desde la calle oí sus gritos desgarrados. No pude evitar una sonrisa.

Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en AVP 8/4/2013
Fuente imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

Sobre la envidia

   
La envidia tiene forma de espiral, como esas serpentinas que se usan en las fiestas. Una vez arrojadas y repartidas por el suelo es difícil no enredarse los pies en ellas. Empecemos reconociendo que, más o menos sana, la envidia está presente en nuestras vidas, como parte inherente al género humano.

Una persona envidia en silencio a otra por algo, y a su vez es envidiada por otras. En este lío no es raro que A envidie a B y que a su vez B envidie a A. El problema viene cuando A envidia de B cualquier cosa, incluso aquello que no es especialmente favorable. En este cruce de envidias hay múltiples combinaciones, y eso en el caso de tomar para la muestra solo dos elementos. Si multiplicamos por N individuos, la cosa se complica bastante.

Vamos a hacer un pequeño ejercicio para buscar la envidia. No vamos a mirar para otro lado, ni señalaremos al que tenemos más cerca. Vamos a mirar dentro de nosotros mismos con toda la sinceridad que soportemos. Y ahora, en esta situación, a ver quién es el listo que tira la primera piedra.
 
 
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Cáceres en tu mano, 11/3/2013
Fuente imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

Poema en la Luna

El domingo 26 de mayo, os esperamos en la plaza de la Concepción de Cáceres a las 12:00. Será el punto de comienzo de la acción Poema en la Luna, que se realizará en un montón de sitios. En Cáceres coordina la Asociación Cultural Letras Cascabeleras y la coordinación general es de Rumorvisual.  Visita el blog oficial.
 
  

Desiertos

 

Avanza por un desierto infestado de cuerpos sudorosos que se tuestan bajo un sol de justicia. La arena no es tan diferente de la del Sahara, pero aquí el mar está cerca y todo parece controlado. Sin embargo, la sensación de silencio y soledad es aún mayor que en el monótono y desolado paisaje africano. En el desierto a ningún caminante perdido se le niega un trago de agua. Aquí todo tiene su precio.
  
Víctor M. Jiménez Andrada.
Publicado en AVP 11/3/2013
Fuente imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

17 de mayo. Presentación-Recital de "Versos del Insomnio" en Alcántara

Evento: Presentación-Recital del poemario "Versos del Insomnio", de Víctor M. Jiménez Andrada
¿Dónde?: Biblioteca Pública de Alcántara. Alcántara (Cáceres).
¿Cuándo?: viernes, 17 de mayo de 2013 - 19:30 h.



El burro



Con un terrón de azúcar el burro es feliz. Aguanta los palos del amo y lleva la carga más pesada. Al saborear la efímera golosina olvida las cicatrices de su pellejo y el gusto metálico de la sangre cuando le toca lamer heridas. Sus vecinos de establo no son muy diferentes. El amo cree que es superior y muy inteligente porque sabe aplacar con un azucarillo cualquier intento de rebelión, pero en realidad no lo es. Lo que ocurre es que los animales son demasiado ignorantes y desconocen el verdadero valor de su fuerza.


Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en AVP, 4/ene/2013
Fuente de la imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

Susurros

Por los laberintos que preceden al alba
las palabras se afilan y penetran como estiletes
en la carne ablandada por el alcohol y las horas.
Buscan detrás de la fachada,
con la violencia de un yonqui en pleno mono,
hasta que hallan escondido,
en el fondo de una caja,
un secreto que tirita de miedo ante una hebra de luz.
Una vez arrancados los visillos,
las promesas se licuan y vierten por los sumideros
sin que el cobijo de unos besos
calme el corazón arrepentido.

  

Víctor M. Jiménez Andrada
del poemario VERSOS DEL INSOMNIO
www.versosdelinsomnio.es

El lugar que habito



El lugar que habito es variable en función de las necesidades de cada momento. Parece algo mágico y en parte lo es. No es conveniente que el lugar que uno habita sea tan rígido que no permita ciertas alteraciones. Si el entorno fuera inflexible, la vida sería insoportable. Cada cual debe configurar su hogar de la manera que crea conveniente, y lo cierto es que no hay dos iguales, aunque compartan espacio físico.

A veces me gusta habitar en una torre alta desde la que puedo asomarme para ver a mis semejantes. Una torre que tiene los cimientos bien clavados en las entrañas de la tierra, con el fin de no perder la perspectiva. Otros eligen una nube que vuela libre, sin ataduras al suelo; no es lo mío.

En otras ocasiones habito en una cueva. Un lugar sombrío, oculto de las miradas, con una sola entrada camuflada entre el follaje que, sin embargo, me permite tener una buena perspectiva del exterior. Mi cueva es húmeda y algo fría si no hago en el centro un buen fuego, aunque tengo lo suficiente para resistir allí durante muchos días.

También me gusta visitar mi isla. Es un espacio cálido, apartado del mundo en mitad de un mar tranquilo. Voy menos de lo que me gustaría porque el viaje hasta allí es largo. Hay algunas personas a las que no les gusta nada la idea de la isla y escogen vivir en un oasis en mitad del desierto. No deja de ser otra forma de buscar un retiro. Respeto todas las opiniones, pero prefiero la brisa marina al aire árido de las dunas.

Tengo algunos amigos a los que les encanta perderse en una jungla. Solo pensarlo me da miedo. Creo que no sería capaz de moverme en un sitio indefinido rodeado de incertidumbre, soy de espacios diáfanos para prevenir con antelación suficiente las amenazas.

Estos que he mencionado tan solo son un puñado de los infinitos lugares que hay dentro de nosotros mismos para ser habitados. Cada uno tiene que descubrir los suyos y residir en ellos según el estado de ánimo y el instante.
 

Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Cáceres en tu mano, 4/feb/2013
Fuente de la imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

25 de abril: presentación de "Versos del insomnio" y de "Comidas para llevar"

El jueves 25 de abril de 2013, a las 20:00 h., en la Biblioteca Pública Municipal de Malpartida de Cáceres y dentro de las actividades programadas de La Semana del Libro 2013, presento mi libro de cuentos "Comidas para llevar" y mi poemario "Versos del insomnio". Os espero

 

Presentación de LA CONSERVA

Evento: Presentación del número 2 de la revista literaria LA CONSERVA. Editada por Letras Cascabeleras A.C.
Lugar: María Mandiles (C/Sergio Sánchez, 7 - Cáceres)
Fecha: sábado 20 de abril de 2013, 19:30 h.
  



La educación

  

El semáforo del paso de peatones está en rojo. Un chico y una chica, de no más de dieciocho o diecinueve años, caminan agarrados de la mano. Él lleva unas gafas de sol —aunque la tarde está rozando su final—, el flequillo de punta, una cazadora blanca con el cuello levantado, unos pantalones vaqueros caídos y unas zapatillas de deporte, seguramente de precio prohibitivo para una familia de clase media. Ella es muy bonita, su cara irradia una dulzura infantil que salpica las miradas clandestinas. Sus labios, gruesos y ligeramente pintados, prometen las cerezas de besos nuevos. Tiene los ojos grandes y marrones, como almendras. Su cabello, negro y muy liso, le llega a los hombros. Viste una cazadora de piel negra que estiliza su figura y una faldita corta. Tiene las piernas muy largas, cubiertas por unas medias negras, y calza unas botas con unos tacones de vértigo. En la mano libre lleva un cigarrillo a medio consumir. Avanzan ensimismados en su amor y no perciben el color del semáforo, ni se percatan de que el resto de peatones están detenidos. Una señora está a punto de llamarles la atención, pero para entonces se han metido en el asfalto.
El conductor frena y toca el claxon, no por molestar, sino para que los jóvenes se den cuenta de la imprudencia y tengan más cuidado. Es un señor que conduce un viejo coche y que anda más cerca de los sesenta que de los cincuenta. Con expresión de bonachón en su cara, menea la cabeza de lado a lado y sonríe, como suave reprimenda. Los jóvenes se quedan parados en la mitad de la carretera, cortando el tráfico. El chico lo mira desafiante y le muestra los dientes a la vez que le dedica un corte de mangas con gesto de chulería torera. Ella se dirige también al pobre hombre, que mira a través del parabrisas con estupor, como si fuera testigo de una escena irreal. La muchacha se lleva la mano a la entrepierna, sin importarle que su falda se eleve varios centímetros, se aprieta bien fuerte y le regala una frase acuñada finamente en las fraguas selectas de los burdeles más infames: “Me vas a comer el chocho, puto viejo”. Luego cruzan tranquilamente, como si nada hubiera pasado. El conductor arranca lo más rápido que puede, no sea que al chico, en una sobredosis de testosterona, le dé por sacar una navaja y apuñalarle allí mismo.

  
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Cáceres en tu mano, 13/feb/2013
Fuente de la imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

Antivirus

El otro día, a mi antivirus se le hinchó la vena del cuello y empezó a ver enemigos donde no los había. Entonces resolvió ocupar con sus tropas todos los recursos, incluyendo aquellos con los que estaba trabajando. Las aplicaciones se ralentizaron hasta la desesperación. No sé porque me vino a la cabeza la imagen del viejo hidalgo de Cervantes propinando, en un ataque de locura, cuchilladas a los inocentes pellejos de vino de la posada.

Los minutos fueron pasando y como no mejoraban las cosas, no me quedó más remedio que adoptar una solución drástica: apagar el ordenador de golpe. Fue como lanzar una bomba atómica sobre la máquina que terminó con la vida de los procesos que estaban en memoria (los buenos y los menos buenos, amigos y enemigos), perdiendo parte del trabajo no salvado como efecto colateral, por supuesto.

Al reiniciar el equipo, funcionó a la perfección, como si no hubiera pasado nada. Se instaló una paz similar a la que queda después de la tempestad. Y así hasta hoy.

Sin embargo, estaré atento, porque cuando menos me lo espere, o bien el antivirus o algunos de los virus a los que este quiere combatir, intentarán colarse en mis archivos con un cuchillo entre los dientes y no demasiadas buenas intenciones.
 

    Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Cáceres en tu Mano, 18/feb/2013
Fuente de la imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

Animadora

Sonríe a todo el mundo, juega con los niños, entretiene a los adultos y baila con los abuelos. Contagia de alegría lo que toca. Hoy no parece diferente a ayer, aunque su novio la ha dejado, no tiene perspectivas después del verano, le han bajado el sueldo, a su madre le han diagnosticado cáncer y tiene la regla. Y todo en la misma semana.
 
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en AVP, 28/ene/2013

Cosas que he soportado y que ya no soporto

Me asquean los que van por la vida con la falsa modestia por bandera. A estos personajes se les ve llegar a la legua, con el rostro compungido y el paso lento, como si estuvieran caminando sobre un lodazal, mendigando caricias en el lomo por cualquier mano que se preste a ello.

En el otro extremo están los que piensan que son el ombligo del mundo, aquellos que creen que como lo suyo no hay nada, que se alimentan de criticar constantemente lo que los demás hacen, porque no hay quien les quite de la cabeza que son los únicos que están en posesión de la verdad. No hay forma de que vean su reflejo en los espejos que, con buena voluntad y pocos resultados, alguno intenta ponerles delante de las narices.

Finalmente, están los más peligrosos de todos: los que por un lado van dando lástima y por el otro pretenden imponer sus palabras como si fuera ley.

Una vez conocí a un tipo de estos y tenía las peores cualidades de cada extremo. No tengo que decir que, después de jugar con mi paciencia hasta el agotamiento, las cosas no terminaron demasiado bien.
 
Ahora estoy en un momento en el que paso de las lágrimas de cocodrilo y también de las doctrinas de ignorantes marisabidillas.
  
  

Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Cáceres en tu Mano, 6/mar/2013
Fuente imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

Miradas



Me gustaba mirar a las ventanas de mis vecinos sin más intenciones que el entretenimiento y la curiosidad. La muchacha me descubrió, me hizo un gesto obsceno con el dedo corazón y me sacó la lengua. Cerró la persiana con rabia y yo me quedé paralizado mientras un intenso calor se apoderaba de mis mejillas. Desde entonces soy más cuidadoso y solo espío refugiado detrás del visillo, pero ya nadie abre las cortinas. Mucho me temo que se ha extendido mi fama por el barrio.
  
Victor Manuel Jiménez Andrada
Publicado en AVP, 15/ene/2013
Fuente de la imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

Camiones de la basura

A las dos de la madrugada
los camiones de la basura
fumigan el silencio
con el rugido metálico de sus tripas.

Los contenedores derraman
la fiesta de las margaritas deshojadas,
las fotografías rotas en color sepia
y las barras de carmín vacías.

Antes del amanecer
los camiones vomitan
sobre los residuos
del día anterior
y del anterior
y del anterior
y del
a
n
t
e
r
i
o
r

Los inmensos montones palpitan
y forman un archivo desordenado de recuerdos
donde escarban, sin pudor, los rapsodas.
 
 
Víctor M. Jiménez Andrada
del poemario Versos del Insominio

Reflexiones para viernes de Cuaresma

La visión de la realidad puede no ser muy agradable, pero es tranquilizadora desde el momento que uno sabe en el lugar en el que está. Los velos tienen la virtud de distorsionar o incluso esconder esa realidad. Late entonces la incertidumbre de una esperanza construida sobre los viejos pilares agrietados que alguien puso un día, enmascarándolos como la voluntad de un Dios que solo existe en los libros y en los anhelos de algunos incautos, porque no ha dado sino muestras de su ausencia a lo largo de los siglos.

Me dijeron que un no creyente no tiene esperanza. Curiosamente, cuanto más me alejo de la quimera de un circo montado por unos pocos, más me acerco al ser humano, a la luz de mi verdad y también a la esperanza, que según la RAE, en su primera acepción, es el estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos (sin más intervención sobrenatural ni divina).

Desde la distancia veo la ambición, la corrupción, el poder, la hipocresía y la riqueza manando como ríos podridos en el seno de una iglesia que se ha apartado de lo que mandan las Escrituras, que debían ser, si no me equivoco, un libro de instrucciones para seguir al pie de la letra. Si existiera Jesucristo, cosa que cada vez veo menos probable, bajaría a echar a los mercaderes que han invadido el templo. Mientras tanto, y como han hecho durante siglos, unos cuantos siguen engordando como cerdos y otros lo consienten entre aplausos y golpes de pecho.
 
Víctor M. Jiménez Andrada.
Publicado en Cáceres en tu mano, 26/feb/2013

Dostoyevski



Fiódor Dostoyevski se crió en una familia numerosa. Era el segundo de siete hermanos. Pronto falleció la madre y su padre, médico de profesión, quedó sumido en la depresión y el alcoholismo. Fiódor fue enviado, con dieciocho años, a la Escuela de Ingenieros Militares de San Petersburgo. El tiempo de instrucción se combinaba con largos periodos de ocio en los que el joven Fiódor aprendió a jugar a las cartas. No tardó mucho en abandonar la Escuela para dedicarse al oficio de jugador profesional. Hizo una gran fortuna, pues muchas fueron las ocasiones en las que salió ganador. A veces empleaba trampas tan ingeniosas y eficaces, que jamás nadie sospechó de él. Y así entró en los círculos más selectos del juego, en los que desplumó a los mejores de entonces. Supo retirarse a tiempo y, con el aval de una buena hacienda, se dedicó a escribir. Su escasa obra, insípida y banal, no ha pasado a formar parte de las páginas imprescindibles de la Literatura.
 
  
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en LB nº. 6

Confidencias

Al anochecer decidió contárselo todo. Se aseguro de quedar a solas con su amigo y, discretamente, cerró la puerta del salón. No quería testigos. El día había sido largo y los demás se habían marchado a descansar a las habitaciones. Se sirvió una copa y encendió un cigarrillo. Se sentó relajado en uno de los sillones de piel. Al principio le costó hablar. La lengua parecía dormida y seca en el paladar, pero con el segundo licor todo fue más fluido. Las ideas se amontonaban en la cabeza y sus labios no paraban de moverse en susurros. Debía aprovechar el tiempo. Quedaban muchas cosas ocultas en su corazón que tenían que ver la luz antes del amanecer.
Terminó la confesión dos horas más tarde. Se sintió aliviado, suspiró tranquilo y se levantó del sillón para servirse una tercera copa que se tomó casi de un trago. Dejó el vaso junto a la licorera, se dirigió a su amigo y lo miró detenidamente. Extendió la mano y acarició el rostro blanco e inexpresivo. Colocó la tapa del ataúd y lo sumergió en la oscuridad. Apagó de un soplido cada uno de los cirios que rodeaban el féretro, salió de allí y cerró la puerta.

 
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Un rato para un relato. Rumorvisual, 2010

El bolardo


 
Un bolardo inoportuno
     detiene mis pasos. 
Al final de la calle se ofrece,
sobre el asfalto caliente,
el trono vacío.

En sentido contrario avanza,
sin impedimento,
     un desfile de máscaras.

En el centro del cortejo, un rey,
con una corona de cartón,
     me mira y se ríe de mi desdicha.

          No puedo volver atrás,
solo queda que mis pies cansados
echen raíces en este paraíso de nada.


Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en LB. nº.6
Fuente imagen: http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/

Perdone, lo siento

El sueño venció su ánimo y cerró los ojos. Un leve golpe en los pies lo despertó. Tres palabras, procedente de una voz suave y modulada, se clavaron en su oído: Perdone, lo siento. Intentó incorporarse, pero le dolía todo el cuerpo. Tenía la espalda apoyada contra una pared, cerca del amplio escaparate de una zapatería. Sacudió la cabeza y encogió las piernas, hasta entonces estiradas en el suelo de cualquier manera. “Perdone, lo siento”. Las palabras sonaban extrañas y lejanas y, sin embargo, sabía que no las había soñado. Alguien le había pedido disculpas. Se frotó la cara con las manos sucias. Movió la lengua dentro de su boca y recorrió el sabor agrio de unas encías cada vez más despobladas. Se desperezó con fuerza y bostezó ruidosamente. Su mirada enmarañada se clavó en la lata roñosa que estaba junto a él. La tomó en las manos y la sacudió levemente. El sonido de unas pocas monedas le tranquilizó. Nadie había metido mano en su hacienda. “Perdone, lo siento”. El eco de aquella frase latía en su cabeza confusa. Tomó el cartón de vino y lo acabó de un trago. Miró a la izquierda, la gente pasaba con la indiferencia de siempre. Miró a la derecha y entonces lo vio. Era un hombre joven, bien vestido. Avanzaba muy despacio, con pasos torpes, casi pegado a la pared. En su mano derecha llevaba un bastón de ciego. Sonrió con amargura.

 
Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Un rato para un relato. Ed. Rumorvisual, 2010

Los sonidos del insomnio


  
La levadura fermenta al calor de hornos ancestrales
en el momento que la sirena de un coche patrulla
clama en la oscuridad impenetrable
de miles de almas dormidas.
El llanto desconsolado de un bebé
rebota en las esquinas
del cuarto donde habitan los anhelos.
El filamento de una bombilla vieja
incendia el bosque de sombras
y unos ojos parpadeantes, para los que todo ha acabado,
se abren con el escozor que provocan las heridas sin cicatrizar.
          Se respira en el horizonte de las horas
                        el preludio de otra noche de insomnio.



Víctor M. Jiménez Andrada
Publicado en Versos del Insomnio. Ed. Letras Cascabeleras A.C., 2012